3 meses GRATIS

MALVA (Zamora)

Puesta de sol
Foto enviada por mjl

Iban pasando los kilómetros al tiempo que crecía el convencimiento de que nos los encontrarían.
- ¿Seguro que era por esta carretera?
-Sí, mi comandante, según el mapa, era esta. Lo que pasa es que no pone muy claro cuántos kilómetros hay hasta allí.
-Pues yo juraría que era por la carretera que salía del cruce que ya hemos pasado, decía el Teniente Coronel.
-Yo creo, mi Teniente Coronel, que vamos bien. Vamos a tirar unos kilómetros más adelante y ya verá como aparecen.
Todavía tuvo tiempo, antes de licenciarse, de preparar alguna más, pero ahora, solo me acuerdo de la de los Toros de Guisando. Hoy día, es muy fácil, distinguirlos, porque pones en el google, toros y guisando y te salen montones de fotos de verracos abulenses, pero entonces, ni había estos medios, ni era Miguel, por ser de ciencias, un experto en arte ni antiguo, ni moderno.
Allí que fue Miguel, a buscar la bici a la otra esquina del cuartel, mientras en el patio de armas, ensayaban los soldados y sus mandos el desfile del día siguiente, delante de algunos familiares. Cuando se vio con la bici en sus manos, y ante la distancia que le faltaba para llegar donde le habían mandado dejarla, pensó que sería mejor llevarla montado en ella, que de ramal y no se anduvo con leches. Se subió y empezó a pedalear, tan ricamente.
-Pero ¿dónde vas a parar?. Se va mejor así, cien veces, ... (ver texto completo)
Como ya he dicho, el cuartel del Parque de automóviles, era inmenso porque allí se guardaban numerosos camiones y otros vehículos militares. Tenía muchas naves y talleres grandes que hacían de los recados que hubiera que hacer, un auténtico penadero de paseos interminables.
Cualquiera le silbaba a aquellos jóvenes enfafados en lo suyo, para que le hicieran el favor de devolverle la gorra que había perdido en aquella acción de guerra. Tampoco era plan tirarles con alguna china al cristal, para que dejaran, un momento lo que tenían entre manos, así que no le quedó más remedio que esperar, desmonterado, a que viniera el relevo de la guardia, mientras los toreros de aquel ruedo, terminaban su faena.
En estos envites y vueltas, íbamos, poco a poco saliendo a la calle, dónde parece que se arreglarían mejor estas cosas, al decir de los ofendidos mozos de Gallegos. En cuanto accedimos a sus deseos y nos personamos en plena calle, el pobre Pacificador, cayó al suelo todo lo largo que era, sin duda esquivando algún puñetazo que se perdió en el aire, porque no sonó más ruido que el que hizo al dar con su cuerpo en los chinacos del suelo. Se sacudió el polvo y algún rasponazo, mientras poco a poco, ... (ver texto completo)
El baile era en el bar de Honorato, cuya barra hacía una ele, que terminaba en la puerta que daba acceso al baile. En ese esquinazo nos colocamos al empezar la primera sesión de baile, de tal manera que todo el que intentaba entrar en el mismo, nos obligaba, por la estrechez del sitio, a desplazarnos para atrás o para adelante y a mover las caderas, para que pudiera pasar. Eso fue todo lo que bailamos durante las dos sesiones de baile que permanecimos guardando la puerta. Eso sí, los cubatas iban ... (ver texto completo)
Cuando acabó con la fontanería, Tsunami, y los que, inútilmente tratábamos de contenerle, nos dirigimos a la escuela, donde los quintos tenían el susodicho baño de limonada. Allí siguió, Tsunami, la obra de albañilería preparando una pecina con el contenido del mencionado baño: vino, agua, naranjas y limones terminaron por el suelo como si tal cosa. Como ya no había nada qué beber, ni qué hacer allí, Tsunami decidió meterse con los remates eléctricos, tan pejigueros en toda obra que se precie y arrancó ... (ver texto completo)
Mas que un chascarrillo es una anecdota de primera, y la moraleja es pa nota.
En esas disquisiciones, se iban aproximando hacia nuestra mesa, al tiempo que Miguel miraba por el rabillo del ojo, esperando que llegaran a su altura. Cuando pasaron por detrás de su silla, se volvió hacia ellas y les gritó bien alto y claro, haciendo que todas las miradas de la sala se dirigieran hacia ellas y dejando helados al que cantaba los números y, por supuesto, a nosotros:
- ¡Guarras!.
Las señoras pasaron tal vergüenza que dejaron de tachar números para no tener que cantar ni línea, ni ... (ver texto completo)
Tampoco tiene costumbre, nuestro amigo, de cerrar la puerta para hacer lo que, por mear un hilín, le lleva un rato largo, como he comprobado infinidad de veces. Como era de esperar, entraron dos señoras a hacer lo propio y se dieron, de bruces, con el culo, la espalda y el pestorejo de Miguel concentrados en atinar con el chorro en el agujero.
Os dejo, que empezamos la reunion
Hay vecinos locos, pero sin locura reconocida que pueden sentirse molestos porque toques una viola a las 11 de la mañana, otros arrastran muebles a las 5 de la madrugada y otros simplemente te torturan con música de Melendi durante la siesta. Pero no todos los vecinos son mayores, algunos son menores y tiran colillas al patio del del primero.
En fin, que aquí no hay quien viva y yo sé de mas de un@ que se ha tenido que cambiar de casa gracias a sus maravillosos vecinos.
No es mi caso, tengo relativa ... (ver texto completo)
Y si tiene que llover, que llueva, oye, que bien caída, nunca viene mal.
Nosotros tenemos en la comunidad, un vecino, o vecinos graciosos, que durante la noche, sobre todo del fin de semana se dedican a tirar en el garage, por encima de algunos coches, una especie de papilla repugnante, hecha con agua y comida de perros.