MALVA (Zamora)

Bueno vamos a seguir con los asuntos de hoy. Hasta luego.

Algo le pasa al correo de PON. Ayer recibí siete veces un correo suyo, el de el perro y la suegra, torpes y el cabrón del perro. Y hoy lo he vuelto a recibir dos veces. Se le repite.

Otra que ha subido a los altares.

Buenos dias, ¿Como se presenta la jornada? Yo ya llevo un rato bregando y ahora viene la reunión matutina diaria. Nos vemos a lo largo de la mañana, si me dejan. Hasta luego.

Buenas, ya está está en en el coleto.
Poco a poco van cediendo y entrando por la rodera, pero cuesta lo suyo.
Salud

Debo tener hambre, porque me he comido tres o cuatro palabras en algunos mensajes. Me lo voy a mirar.

Pon, ¿tu tampoco me quieres?. Que sé que andas por ahí, que has puesto el tiempo. ¿Me llamas un día de estos o te apunto en la llamada que me debes? Seguro que ibas a llamarme esta tarde, ¡como si lo viera!

¡Hombre, ya está aquí mi prima!. ¡Como cojas una idea no dejas ni harta vino! ¡Hay que ver qué constante eres!. Pero mira a ver baja el fuego, no te pase lo de ayer.

Lo tengo todo apagado. Lo de ayer no fué mu gordo, se me torró una miaja la berza.

¡Hombre, ya está aquí mi prima!. ¡Como cojas una idea no dejas ni harta vino! ¡Hay que ver qué constante eres!. Pero mira a ver baja el fuego, no te pase lo de ayer.

- De manera que entonces son 15000 las que me debes, ¿no?
- Por ahí anda, sí, ¿por qué?
- Porque, casi mejor, me das esas quinientas pesetas que tienes en el bolso y te perdono el resto, propuso el de Toro.
- ¡Tú juega y calla!, replicó Pon, tan seguro de su suerte como de que el acreedor no vería un duro.

Así que encontraron un bar en la calle que va al Doña Elvira, frente al Montecarlo, donde unos de Toro preparaban unas timbas, exactamente con la misma intención que Pon y Alfredo. Tan es así, que después de tres o cuatro domingos de mala racha, Pon le debía a uno de los de Toro cerca de 15000 pts. de las de entonces.

Pero si solo quedamos cuatro y el gato, ahora que conste que con una calidad de aquí te espero.
Salud.

La crónica de la letra minuscula de ayer, espeluznante. La sorprsa del visitante nocturno fue aterradora, solo de pensar que el pobre Victor había estado fuera, totalmente desprotegido, se me encoge el corazón. Nunca estamos seguros.

Me voy a arreglar el desaguisao. Hasta más ver.

Me ha llamado mi hermana por tfno. y me ha matao, se me a agarrao la comida. Si es que no puede ser, no se puede estar a misa y repicando.