El tiempo corría a favor de la densidad de los vientos que se nos marchaban, casi sin querer y, por supuesto sin despedirse, cuando de repente, entre unos sacos de cemento se presentaron ante nosotros dos hermosas tazas de la marca
Roca, como sabéis la más fashion de la época, tal y como rezaba en los precintos del embalaje que todavía tenían. Acostumbrados, como estábamos, a cagar en cuclillas en el cenicero del
corral, en alguna caseta o regato, no podíamos dejar pasar la oportunidad de cagar tan
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