Con la primera
noche de vísperas, muchos de los cacharros musicales, se esbarataron tanto por los porrazos, que hubo que irlos cambiando por otros, de manera que ya empezaban a escasear. No era plan andar buscando por los regatos, pero quisieron los dioses que en el transcurso del tradicional partido de solteros contra casados que estábamos disputando en
la era de Zenón, el balón se marchara fuera del
campo, yendo a parar al rebanzón del regato o al mudadal de mi padre (como en todos los mitos y
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