Sereno y callado se encuentra
El Piñero, son las cinco de la mañana. Sus
calles están desiertas por igual, la entrada por la
calle del matadero, el teso las
bodegas, o en la
torre. El frescor de la brisa que sube por el
camino los Lagares, trae aromas de los chopos, de los alamos y de las marisibas que se crían en el cauce del Montoya. También se aprecia la fragancia del tomillo de la Cantera. En el
tejado de la
Iglesia, entre unas tejas duermen una pareja de Gabiluchos, no demasiado juntos pues
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