Tarde lluviosa, con circunstancias adversas para el desarrollo de la lidia. Silencio en Los tendidos, las piedras humedecidas no esperan que nadie se acomode en ellas. Ni en la barrera estarán los capotes esperando a las cuadrillas. Los burladeros sienten las gotas de lluvia, pero no el derrote de las astas, ni el bufido de los astados. Los chiqueros vacios no sentirán el aliento cuando descansa el burel esperando la lidia. Un mirlo picotea entre las hierbas nacidas en los corrales y una urraca grazna ... (ver texto completo)