CASTROVERDE DE CAMPOS: ZAMORA HUMILDE - "INVIERNOS NEGROS"":: PÁGINA Nº 3Gasolinera...

ZAMORA HUMILDE - "INVIERNOS NEGROS"":: PÁGINA Nº 3Gasolinera en Pinilla.
Gasolinera en Pinilla. ANA BURRIEZA

En esa oleada de encarecimientos, los primeros que reciben el golpe son aquellos que ya iban justos antes del topetazo. Una mujer que se identifica como Ángela incide en ello desde el corazón de Los Bloques. “Directamente, no puedo poner la calefacción”. En otra de las indistinguibles calles del barrio, una pareja con un menor y otras dos señoras abundan en el conflicto de los suministros y aluden a productos concretos en los que la realidad se vuelve más palpable: “Las galletas que come el niño también han subido y el aceite... Ya ni el más barato”.

En este y otros barrios de la ciudad, el cariz que está tomando el asunto está obligando a las ONG a prepararse para un invierno intenso. En Cáritas, ya empiezan a palpar este escenario a través de sus usuarios habituales: “Hay personas que nos han dicho que las tarjetas de alimentación dan para mucho menos”, reconocen desde una organización que también está sufriendo el incremento de los precios a nivel interno: “Pagamos mucho más por los pedidos que hacemos para los centros, y eso se une a los costes de la luz o el gas”, sostienen.

En Pinilla, otro de los barrios más castigados desde el punto de vista de la renta, varios vecinos rehuyen la cuestión. Las respuestas monosilábicas exhiben una postura que va del desinterés a la resignación. Casi todos reconocen que el coste de la vida puede pasarle factura al vecindario, pero la mayoría opta por no entrar en demasiados detalles.

En la esquina de la calle Alcorcón, Antonio Merchán lee la prensa apoyado sobre la fachada. Bien pertrechado contra el frío, y abrigado hasta la punta por una boina, este vecino sí se estira algo más en su testimonio: “Mi nuera y mi hijo se quejan bastante de los precios”, cuenta el octogenario, que vive con su familia y que aporta la pensión a la causa. “Yo estoy jubilado y ya lo que se puede”, se limita a reseñar.

Antonio Merchán lee la prensa apoyado sobre la fachada.
Antonio Merchán lee la prensa apoyado sobre la fachada. ANA BURRIEZA

Cerca de uno de los supermercados del barrio, dos señoras se detienen a hablar en otro esquinazo. Son Josefa Tamame y María Ascensión Nieto, que saltan como un resorte nada más saber de qué va el tema: “ ¡Esto es vergonzoso!”, claman casi al unísono. “Las hijas me preguntan mucho si necesito algo y, mira, de momento no, pero a lo mejor me toca decirles: dadme, dadme”, lamenta una de ellas. Su compañera reitera que “todo ha subido mucho” y cita el ejemplo que tiene en la cabeza: “Un bote de espárragos que costaba un euro, ahora vale tres”.

Las vecinas de Pinilla tienen claro que este es “momento de guardar”. En su caso, los problemas no se han tornado tan apremiantes como en otros hogares del barrio, pero los tiempos obligan a mirar el euro, o la peseta, como ellas dicen: “Sí, y no lo hagas”, zanjan, a modo de advertencia, antes de despedirse.

--NAZARIO MATOS..