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CASTROVERDE DE CAMPOS: LA TOZUDA FRONTERA DE LOS 120::: PÀGINA Nº 3El tiburón...

LA TOZUDA FRONTERA DE LOS 120::: PÀGINA Nº 3El tiburón y la hidra«La inmortalidad no existe en la naturaleza. Cualquier ser vivo puede morir, por ejemplo, por falta de alimento, por agentes infecciosos o de manera violenta: depredadores, catástrofe natural...», puntualiza María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y uno de los nombres más destacados en este terreno gracias a sus investigaciones sobre los telómeros, en las que ha logrado prolongar la vida de ratones. Sin embargo, esa misma naturaleza que no admite la inmortalidad nos anima a concebir una vida más larga, incluso mucho más larga: «Lo que sí existe son especies con unas longevidades extremas. Hay árboles que pueden vivir decenas de miles de años, tiburones que viven más de 400 y organismos multicelulares como la hidra, que puede vivir de manera indefinida. Esto nos indica que no hay límite biológico a la vida y a la longevidad, siempre que no se pierda la vida por falta de alimento o por agresión externa, incluyendo agentes infecciosos», desarrolla Blasco, que define la tarea actual de los científicos como una «modulación» de la longevidad. «En mi grupo –concluye– hemos demostrado que se puede retrasar el envejecimiento y alargar la vida haciendo que los telómeros sean más largos». Como cantaba el grupo de rock Ilegales, «para siempre es demasiado tiempo»; para empezar, porque todo a nuestro alrededor tiene fecha de caducidad. «El universo terminará alguna vez», puntualiza Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga y autor del libro 'Cuerpos inadecuados', en el que analiza las tesis transhumanistas. «Cuando se habla de conseguir la inmortalidad por medio de la tecnología –prosigue–, lo que en realidad se quiere decir es conseguir una vida de duración indefinida. Tampoco creo que eso sea factible, al menos mientras sigamos siendo organismos biológicos. Y si dejáramos de serlo, por haber volcado nuestra mente en una máquina, entonces ya no habría motivos para llamar a eso 'vida' ni para seguir hablando de seres humanos». ¿Y qué hay de lo de alargar la vida en cientos de años de manera más o menos inminente? «Yo diría que no hay base científica aún para sostenerlo, pero sí que la hay para considerar factible un alargamiento de la vida humana en varias decenas de años». Antonio Diéguez ha reflexionado sobre las implicaciones indeseables que podría tener un aumento significativo de la longevidad. «Podría llevar a un aumento de la población que deteriorara aún más los recursos del planeta, a no ser que limitáramos el número de nacimientos, lo que implicaría a su vez la práctica desaparición de los jóvenes. En cuanto a las implicaciones sociales y políticas, las más negativas serían las relacionadas con el aumento de las desigualdades: durante un tiempo, al menos, estas mejoras solo estarían disponibles para los más ricos», plantea. Ese mundo de supercentenarios saludables, tantas veces soñado por el ser humano, tal vez no resulte tan recomendable como parecía a bote pronto: «No podríamos jubilarnos, obviamente, a los 67 años o poco más. Tendríamos que ocupar puestos de trabajo hasta pasados los cien años y eso sería una forma de esclerotizar también a la sociedad. Por otra parte, ¿qué relaciones sociales y familiares cabría esperar entre individuos cuyas vidas tuvieran una duración de varios siglos? No sabemos cómo nos relacionaríamos con nuestros descendientes al cabo de tanto tiempo, o cómo serían las relaciones de pareja. No sabemos si seríamos capaces de dar sentido a una vida mucho más larga que la que ahora tenemos», comenta Antonio Diéguez. Eso sí, ¿cabe alguna duda sobre lo que haríamos si nos ofreciesen ahora mismo una píldora que nos permitiese vivir para siempre sin deterioro físico? ¿Acaso el profesor no la tomaría? «En este instante diría que no, pero supongo que la respuesta a esa pregunta puede variar con el tiempo y con el contexto. Ahora veo todavía lejana mi muerte, pero no sé qué contestaría si la viera mucho más cerca, o si estuviera seriamente aquejado de una enfermedad. Por supuesto, siempre que la posibilidad de morir quedara abierta en el futuro»... NAZARIO MATOS..