AQUEL ZAGALILLO EL AÑO 1944. EN LA SECA
El hambre hacía que cualquier niño y más si era zagalillo de cuidar ovejas, en el campo donde pastaban aquellos animales, en el año de 1944, comiesen lo que el estómago les aguantara, en esas fechas de mayo o primeros de junio, cuando esos cereales o leguminosas están granando sus vainas, el zagalillo con once años de edad, viendo las muelas verdes o como dicen almortas, se llenó de esos granos verdes pero sabrosos, hasta tener una indigestión, que le dejó casi sin conocimiento, y el pastor de dicho rebaño al no poder dejar las ovejas solas, tuvo que llamar a un hombre que trabajaba en una finca de al lado, para que llevase al niño al médico de la Villa, ya que el zagalillo perdió hasta la consciencia, Este zagalillo una vez echo un joven con edad de emigración, se marchó al Norte de España, creo que a Vascongadas, y allí en Baracaldo. No sé si existirá aquel zagalillo, hoy tendría noventa y muchos años, más aquel día estuvo cerca de la muerte, Gracias al buen médico que tuvo en su camino, El hombre que le llevó a la casa del doctor, que era Don Alfonso Tocino, me lo comentó una tarde en el Circulo de Labradores, me contó ese episodio, que fue cerca del Camino de Ventosa y Las Cuevas de Las Brujas. Parece ser que el hambre hizo que algunos humanos comieran algunas cosas que son perjudiciales para la salud, Los granos de trigo y cebada antes de secarse en sus espigas, creo que se comían como alimentación, y tengo entendido que las puntas de la grama quitándoles la parte de fuera, según me dijeron eran dulces, y algunas personas los masticaban, debieron de ser años muy difíciles, y para sobrevivir se comía lo que hubiera, No me extraña que en esos países de guerra se coman hasta los gatos y perros, porque hubo gente que también lo hizo en su entorno, dicen un refrán castellano, “Para el Hambre no hay pan negro”. G X Cantalapiedra.
El hambre hacía que cualquier niño y más si era zagalillo de cuidar ovejas, en el campo donde pastaban aquellos animales, en el año de 1944, comiesen lo que el estómago les aguantara, en esas fechas de mayo o primeros de junio, cuando esos cereales o leguminosas están granando sus vainas, el zagalillo con once años de edad, viendo las muelas verdes o como dicen almortas, se llenó de esos granos verdes pero sabrosos, hasta tener una indigestión, que le dejó casi sin conocimiento, y el pastor de dicho rebaño al no poder dejar las ovejas solas, tuvo que llamar a un hombre que trabajaba en una finca de al lado, para que llevase al niño al médico de la Villa, ya que el zagalillo perdió hasta la consciencia, Este zagalillo una vez echo un joven con edad de emigración, se marchó al Norte de España, creo que a Vascongadas, y allí en Baracaldo. No sé si existirá aquel zagalillo, hoy tendría noventa y muchos años, más aquel día estuvo cerca de la muerte, Gracias al buen médico que tuvo en su camino, El hombre que le llevó a la casa del doctor, que era Don Alfonso Tocino, me lo comentó una tarde en el Circulo de Labradores, me contó ese episodio, que fue cerca del Camino de Ventosa y Las Cuevas de Las Brujas. Parece ser que el hambre hizo que algunos humanos comieran algunas cosas que son perjudiciales para la salud, Los granos de trigo y cebada antes de secarse en sus espigas, creo que se comían como alimentación, y tengo entendido que las puntas de la grama quitándoles la parte de fuera, según me dijeron eran dulces, y algunas personas los masticaban, debieron de ser años muy difíciles, y para sobrevivir se comía lo que hubiera, No me extraña que en esos países de guerra se coman hasta los gatos y perros, porque hubo gente que también lo hizo en su entorno, dicen un refrán castellano, “Para el Hambre no hay pan negro”. G X Cantalapiedra.