CASAS DE CAMPO EN TERMINO DE LA SECA
Hace más de cincuenta años, que las casas de campo dejaron de ser habitadas, estaba la mayoría a más de cinco kilómetros de distancia de la villa, excepto la de Mariano Sanz, casi la mayoría mirando hacia el norte, la del Señor Teodoro Sanz, al lado del Camino Real, La Casa de Nanclares, en Macana, Las trescientas, mirando a Serrada, Todas ellas eran viviendas habituales de personas que vivían en ellas todo el año, y trabajaban las fincas de alrededor, la mayoría estaban rodeadas de árboles de almendros, La Casa de La Almendrera, que la habito un veterinario desterrado hasta mi niñez. La Casa de Postas, era termino de Rueda, y la Casa Cara Rayos era termino de Pozaldez, Todas esas familias eran la mayoría de La Seca, tenían sus gallinas y su cabra, para poderse alimentar sin necesidad de tener que pisar el valle todos los días, No tenían luz eléctrica, solo faroles y candiles que les daban luz, los hijos si eran pequeños trataban de enseñarles a leer y escribir en aquel mundo apartado de las escuelas, la vida era dura aunque no estuvieran allí a la fuerza, trabajaban de sol a sol, podando viñas, excavando o acobijando, al ser los hijos un poco mayores solían dejar aquel mundo apartado de la villa. Ya que no tenían relaciones con la juventud de entonces, fueron vidas muy sacrificadas, conocieron la soledad sin remedio, el no poder comer de todo, y con sus víveres todo el año. Ahora cuando pasamos por lo que fue la Casa de Mariano Sanz, sentimos esa nostalgia de haber visto allí vida humana, Hoy solo quedan las ruinas, el recuerdo de las fotos y la memoria de las personas mayores que la conocieron, era un modelo que nunca se hubiera pasado de moda. Los años no perdonan, y los automóviles han dejado las distancias pequeñas, ya que entonces con un burro se tardaba una hora como mínimo desde las casas de campo para llegar a La Seca. La historia se quedó parada, hubo personas que no lo han olvidado, otras les parecerá fabulas. Más fue el pasado sin borrones. Quizá con tropezones, G X Cantalapiedra.
Hace más de cincuenta años, que las casas de campo dejaron de ser habitadas, estaba la mayoría a más de cinco kilómetros de distancia de la villa, excepto la de Mariano Sanz, casi la mayoría mirando hacia el norte, la del Señor Teodoro Sanz, al lado del Camino Real, La Casa de Nanclares, en Macana, Las trescientas, mirando a Serrada, Todas ellas eran viviendas habituales de personas que vivían en ellas todo el año, y trabajaban las fincas de alrededor, la mayoría estaban rodeadas de árboles de almendros, La Casa de La Almendrera, que la habito un veterinario desterrado hasta mi niñez. La Casa de Postas, era termino de Rueda, y la Casa Cara Rayos era termino de Pozaldez, Todas esas familias eran la mayoría de La Seca, tenían sus gallinas y su cabra, para poderse alimentar sin necesidad de tener que pisar el valle todos los días, No tenían luz eléctrica, solo faroles y candiles que les daban luz, los hijos si eran pequeños trataban de enseñarles a leer y escribir en aquel mundo apartado de las escuelas, la vida era dura aunque no estuvieran allí a la fuerza, trabajaban de sol a sol, podando viñas, excavando o acobijando, al ser los hijos un poco mayores solían dejar aquel mundo apartado de la villa. Ya que no tenían relaciones con la juventud de entonces, fueron vidas muy sacrificadas, conocieron la soledad sin remedio, el no poder comer de todo, y con sus víveres todo el año. Ahora cuando pasamos por lo que fue la Casa de Mariano Sanz, sentimos esa nostalgia de haber visto allí vida humana, Hoy solo quedan las ruinas, el recuerdo de las fotos y la memoria de las personas mayores que la conocieron, era un modelo que nunca se hubiera pasado de moda. Los años no perdonan, y los automóviles han dejado las distancias pequeñas, ya que entonces con un burro se tardaba una hora como mínimo desde las casas de campo para llegar a La Seca. La historia se quedó parada, hubo personas que no lo han olvidado, otras les parecerá fabulas. Más fue el pasado sin borrones. Quizá con tropezones, G X Cantalapiedra.