AQUELLAS MADRUGADAS DEL OTOÑO
Era una madrugada de esas de octubre, donde los corazones sufrían muchos desencantos, era una noche de raras cavilaciones, donde nadie esperaba escuchar llantos, una despedida mirando el horizonte, un hasta luego sin entonar ningún canto, una despedida agria y doliente, de aquel mundo buscando un bello canto. La ciudad esperaba sus pisadas como sueños que fueron reflejando, eran muchos lo sueños y pasadas de la gentes que vinieron de endiosadas. Entre brisas del otoño relajadas, las miradas esperando ver futuro, hay pasiones que marchan endiabladas sin notar que el mañana fuera duro. Como sombras de canciones recordadas, “La Ciudad se volvía Solitaria”, en las tardes de bailes y esperanza, uno voz nos cantaba con voz sabia el presente que tuvo mejor danza. Aquella madrugada del otoño, donde el viento giraba sin descanso, nadie quiso sentirse pobre y ñoño ni buscar en las aguas un remanso. El tiempo fue volando por Castilla, y en sus pueblos la marcha fue llegando, se comenta que fue gente sencilla que a otras tierras marcharon emigrando. Conociendo los vientos otoñales, en viñedos que fueron salvaciones, eran causas llamadas naturales que supieron entender nuestras razones. Buscando los caminos del olvido, entre grises y libres tentaciones, no fue senda ni el tiempo tan perdido comprobando vivir muchas razones, Emigrantes buscando su futuro, entre sueños cargados de emociones, no importaba vivir un mundo duro si el camino te daba mil razones. Las miradas siguieron su destino, esperando volver con impaciencia, cada signo siguiendo su camino maldiciendo la triste indiferencia. Arropados por besos y caricias de aquel tiempo cargado de emociones, se notaban vivir ciertas primicias entendiendo lograr mil sensaciones. El viento del otoño me despierta con sonidos que nunca son normales, otras noches mi vida sigue atenta permitiendo olvidar tiempos fatales. G X Cantalapiedra.
Era una madrugada de esas de octubre, donde los corazones sufrían muchos desencantos, era una noche de raras cavilaciones, donde nadie esperaba escuchar llantos, una despedida mirando el horizonte, un hasta luego sin entonar ningún canto, una despedida agria y doliente, de aquel mundo buscando un bello canto. La ciudad esperaba sus pisadas como sueños que fueron reflejando, eran muchos lo sueños y pasadas de la gentes que vinieron de endiosadas. Entre brisas del otoño relajadas, las miradas esperando ver futuro, hay pasiones que marchan endiabladas sin notar que el mañana fuera duro. Como sombras de canciones recordadas, “La Ciudad se volvía Solitaria”, en las tardes de bailes y esperanza, uno voz nos cantaba con voz sabia el presente que tuvo mejor danza. Aquella madrugada del otoño, donde el viento giraba sin descanso, nadie quiso sentirse pobre y ñoño ni buscar en las aguas un remanso. El tiempo fue volando por Castilla, y en sus pueblos la marcha fue llegando, se comenta que fue gente sencilla que a otras tierras marcharon emigrando. Conociendo los vientos otoñales, en viñedos que fueron salvaciones, eran causas llamadas naturales que supieron entender nuestras razones. Buscando los caminos del olvido, entre grises y libres tentaciones, no fue senda ni el tiempo tan perdido comprobando vivir muchas razones, Emigrantes buscando su futuro, entre sueños cargados de emociones, no importaba vivir un mundo duro si el camino te daba mil razones. Las miradas siguieron su destino, esperando volver con impaciencia, cada signo siguiendo su camino maldiciendo la triste indiferencia. Arropados por besos y caricias de aquel tiempo cargado de emociones, se notaban vivir ciertas primicias entendiendo lograr mil sensaciones. El viento del otoño me despierta con sonidos que nunca son normales, otras noches mi vida sigue atenta permitiendo olvidar tiempos fatales. G X Cantalapiedra.