CUANDO LAS BALSAS ERAN LAS PISCINAS
Aquellos años de nuestra niñez e infancia, donde las piscinas no existían en aquellos pueblos castellanos, tan sólo eran balsas de cemento y ladrillos construidas, siempre al lado de los pozos subterráneos, que en aquel tiempo daban riego a cantidad de huertas, donde se sembraba remolacha, patatas, alfalfa, maíz y otras cosas que daban un poco de dinero, que tan bien les venía a los agricultores de entonces. En esas balsas los días de fiesta incluso en domingo, aunque se trabajara, nos juntábamos amigos o conocidos para podernos bañar, Eso si sin usar el jabón Lagarto o ningún otro parecido, estábamos comprometidos a ello, ya que los jabones no eran nada buenos para aquella clase de producción agrícola. El tiempo que aproximadamente estábamos en el agua era de media hora más o menos, y así y todo aquella generación de jovenes aprendimos a nadar, de ver algún joven algo mayor que nosotros que te enseñaban, incluso se hicieron cinturones de corchos de garrafones o botellas para soltarte a nadar sin problemas. Era como se suele decir aprender sin maestro, aquella juventud que ahora estamos todos jubilados, conocimos el ahorro y el sacarle provecho a todo lo que teníamos alrededor, La economía era difícil, las herramientas agrícolas se dejaban a los vecinos, o incluso se vendían de segunda mano, y las fraguas en los pueblos con sus herreros, eran capaces de arreglarte lo más raro, para poder trabajar con esas herramientas precisas, Fueron los años de la llegada de tractores, de la emigración forzosa, de personas que abandonaban su tierra para poder vivir dignamente. Y en los llamados pueblos agrícolas, se sufrieron muchos dramas, al tener que abandonar tus raíces, a veces de siglos, para marcharte a trabajar en hornos de fundiciones de Vascongadas, u otros lugares donde las personas empezaban a ser ciudadanos del mundo, sin echar demasiado en falta aquellos pueblos que se quedaron sin aquella juventud tan preparada para vivir de la economía agrícola. Hoy día cada vez quedamos menos personas de aquella generación que sufrimos algo del racionamiento y estraperlo, y que la vida nuestra conoció de todo un poco. G X Cantalapiedra.
Aquellos años de nuestra niñez e infancia, donde las piscinas no existían en aquellos pueblos castellanos, tan sólo eran balsas de cemento y ladrillos construidas, siempre al lado de los pozos subterráneos, que en aquel tiempo daban riego a cantidad de huertas, donde se sembraba remolacha, patatas, alfalfa, maíz y otras cosas que daban un poco de dinero, que tan bien les venía a los agricultores de entonces. En esas balsas los días de fiesta incluso en domingo, aunque se trabajara, nos juntábamos amigos o conocidos para podernos bañar, Eso si sin usar el jabón Lagarto o ningún otro parecido, estábamos comprometidos a ello, ya que los jabones no eran nada buenos para aquella clase de producción agrícola. El tiempo que aproximadamente estábamos en el agua era de media hora más o menos, y así y todo aquella generación de jovenes aprendimos a nadar, de ver algún joven algo mayor que nosotros que te enseñaban, incluso se hicieron cinturones de corchos de garrafones o botellas para soltarte a nadar sin problemas. Era como se suele decir aprender sin maestro, aquella juventud que ahora estamos todos jubilados, conocimos el ahorro y el sacarle provecho a todo lo que teníamos alrededor, La economía era difícil, las herramientas agrícolas se dejaban a los vecinos, o incluso se vendían de segunda mano, y las fraguas en los pueblos con sus herreros, eran capaces de arreglarte lo más raro, para poder trabajar con esas herramientas precisas, Fueron los años de la llegada de tractores, de la emigración forzosa, de personas que abandonaban su tierra para poder vivir dignamente. Y en los llamados pueblos agrícolas, se sufrieron muchos dramas, al tener que abandonar tus raíces, a veces de siglos, para marcharte a trabajar en hornos de fundiciones de Vascongadas, u otros lugares donde las personas empezaban a ser ciudadanos del mundo, sin echar demasiado en falta aquellos pueblos que se quedaron sin aquella juventud tan preparada para vivir de la economía agrícola. Hoy día cada vez quedamos menos personas de aquella generación que sufrimos algo del racionamiento y estraperlo, y que la vida nuestra conoció de todo un poco. G X Cantalapiedra.