HACE AHORA SETENTA AÑOS.
Era una mañana del mes de junio, aquel día era domingo, antes de San Basilio, hace ahora unos setenta años, recuerdo que los campos estaban preciosos, los cereales todos estaban granando, y con mi bici pequeña fui acompañando a mi padre hasta el Monte Pedroso, para ver como andaba el melonar que allí teníamos, Los girasoles o llamadas gigantas, estaban empezando a crecer en todas las lindes, las parras de melón y sandia afloraban sobre las corteza terrestre rota antes por mi familia, y las parras de letuario en esos momentos parecían ser de sandia, las viñas de alrededor del melonar estaban floreciendo, y hasta los linderones las mielgas florecían con fuerza, en aquella Naturaleza castellana cargada de vida, Eran tiempos donde cualquier cosa te llamaba la atención, los animales que andaban por el campo salvajes como los topos, que atacaban las parras del melonar siendo tiernas, se les perseguía hondando la tierra donde se escondían para aniquilarlos, eran esos bichos y los pequeños gusanos, los que atacaban las parras al nacer, y había que estar pendientes de ellos para que no dejaran el melonar destrozado, Hoy día no sé cómo marcharan esos problemas agrícolas, pero entonces eran muy perjudiciales, El letuario es una fruta parecida a la sandía en todo lo que se ve por fuera, pero su interior se usa para hacer dulce de dicha fruta, que según pude leer, en Tel Aviv, antigua capital de Israel, es un postre de los más elegidos, y que en España son pocos los sitios donde se produce, En La Seca se lleva sembrando hace siglos, y allí mismo se hace el dulce de letuario, plato exquisito para quien sabe de sabores. Las personas que no distinguen su piel por fuera se piensan que son sandias, los lasecanos la mayoría si lo distinguen al ser sus rayas de la cascara diferentes, Estas fechas de primero de junio, La Seca tuvo tormentas algunas con mucho agua e incluso granizo, La Calle del Cristo aguantaba esas avenidas de agua, al tener dicha calle más de un metro de profundidad sobre sus aceras.
G X Cantalapiedra.
Era una mañana del mes de junio, aquel día era domingo, antes de San Basilio, hace ahora unos setenta años, recuerdo que los campos estaban preciosos, los cereales todos estaban granando, y con mi bici pequeña fui acompañando a mi padre hasta el Monte Pedroso, para ver como andaba el melonar que allí teníamos, Los girasoles o llamadas gigantas, estaban empezando a crecer en todas las lindes, las parras de melón y sandia afloraban sobre las corteza terrestre rota antes por mi familia, y las parras de letuario en esos momentos parecían ser de sandia, las viñas de alrededor del melonar estaban floreciendo, y hasta los linderones las mielgas florecían con fuerza, en aquella Naturaleza castellana cargada de vida, Eran tiempos donde cualquier cosa te llamaba la atención, los animales que andaban por el campo salvajes como los topos, que atacaban las parras del melonar siendo tiernas, se les perseguía hondando la tierra donde se escondían para aniquilarlos, eran esos bichos y los pequeños gusanos, los que atacaban las parras al nacer, y había que estar pendientes de ellos para que no dejaran el melonar destrozado, Hoy día no sé cómo marcharan esos problemas agrícolas, pero entonces eran muy perjudiciales, El letuario es una fruta parecida a la sandía en todo lo que se ve por fuera, pero su interior se usa para hacer dulce de dicha fruta, que según pude leer, en Tel Aviv, antigua capital de Israel, es un postre de los más elegidos, y que en España son pocos los sitios donde se produce, En La Seca se lleva sembrando hace siglos, y allí mismo se hace el dulce de letuario, plato exquisito para quien sabe de sabores. Las personas que no distinguen su piel por fuera se piensan que son sandias, los lasecanos la mayoría si lo distinguen al ser sus rayas de la cascara diferentes, Estas fechas de primero de junio, La Seca tuvo tormentas algunas con mucho agua e incluso granizo, La Calle del Cristo aguantaba esas avenidas de agua, al tener dicha calle más de un metro de profundidad sobre sus aceras.
G X Cantalapiedra.