LA SECA: ERA UN DÍA DE OTOÑO CON NIEBLA...

ERA UN DÍA DE OTOÑO CON NIEBLA
En un penoso día de niebla, del otoño castellano, en el año 1950, el campo se vistió de blanco escarcha, y aquel hombre lasecano que ya había conocido días muy parecidos, se sentía prisionero de aquel blanco ambiente, con las piedras o cantos resbalosos, su oficio de podador de viñas, lo estaba realizando, quizá mal. Por estar los sarmientos todos helados con la escarcha, y parecer que cortaba dichos sarmientos con el hielo, que le hacían hacer más fuerza sobre las tijeras de podar de entonces, con la podadera en las manos, cortaba los brazos de las cepas que parecían muertos en esas fechas. Durante todo el día la niebla se fue acercando y alejando, y este hombre lasecano, que tuvo que estar en la guerra incivil de España, en la zona de Franco, se le representaba unos días de diciembre del año 1937, donde la niebla no le dejaba ver el paisaje donde estaba el ejército republicano, el miedo a ser atacado sin ver a más de diez metros, les hacia vulnerables sin poderse defender, el miedo de este hombre se le representaba en aquella tarde fría de Diciembre, quizá por los mismos días del mes, aunque de distinto año, El hombre se encontraba en un llano de La Profunda Castilla, y al ver que se hacía de noche, antes que otros días, decidió marcharse a su villa, eso si todo el camino de la Poza de La Veguilla, fue de miedo y recuerdos de aquella etapa que tanto se presentaba en sus pesadillas. La visión era casi nula, mejor dicho, casi a tientas iba caminando, la temperatura quizá fuera de tres grados bajo cero, y gracias a su bota de vino verdejo, su cuerpo aguantaba aquel temporal tan frío, La llegada a la Ermita de San Roque, le dieron un fuerte alivio, la noche se le echo encima como una pesadilla, y la llegada a su casa, fue de reprimenda, su esposa le dijo nada más verle. “Que piensas hacerte rico, o dejarme viuda”, el marido sumiso y callado casi temblando de frío la contesto, más dura fue la guerra y lo aguante, aunque ahora te digo, que maldigo todas las guerras y los asesinos que circulan por ellas. La esposa le llevo hasta la lumbre de su cocina, donde sus dos hijos tomaban nota de tan dura jornada. G X Cantalapiedra.