ERAN HOMBRES NACIDOS PARA SUFRIR.
Se me viene a la memoria
aquellos hombres del campo,
que tuvieron triste historia
y sufrieron algún llanto.
Entre mulas y caballos
dejaron surcos preciosos,
sin querer romper los tallos
en los viñedos airosos.
Hombres cargados de sombras
por caminos y cañadas,
dicen que a veces te asombras
de sus grandes madrugadas.
Con la mirada perdida
entre los llanos grandiosos,
era su tierra elegida
la de momentos dichosos.
Aquel arado romano
con su sufrido avijero,
el yugo muy castellano
y el surco muy postinero.
Hombres de manos callosas
que trazaron sus senderos,
en la noches horrorosas
vivieron tiempos austeros.
Castellanos del silencio
entre surcos y besanas,
nadie quiso ser el necio
de sufrir por las mañanas.
Carros de yugo cargados
con las uvas de viñedos,
los lagares bien cuidados
para no causar enredos.
Hombres que fueron pasando
por aquellos pueblos serios,
el tiempo se fue llevando
lo que llamaban misterios.
G X Cantalapiedra.
Se me viene a la memoria
aquellos hombres del campo,
que tuvieron triste historia
y sufrieron algún llanto.
Entre mulas y caballos
dejaron surcos preciosos,
sin querer romper los tallos
en los viñedos airosos.
Hombres cargados de sombras
por caminos y cañadas,
dicen que a veces te asombras
de sus grandes madrugadas.
Con la mirada perdida
entre los llanos grandiosos,
era su tierra elegida
la de momentos dichosos.
Aquel arado romano
con su sufrido avijero,
el yugo muy castellano
y el surco muy postinero.
Hombres de manos callosas
que trazaron sus senderos,
en la noches horrorosas
vivieron tiempos austeros.
Castellanos del silencio
entre surcos y besanas,
nadie quiso ser el necio
de sufrir por las mañanas.
Carros de yugo cargados
con las uvas de viñedos,
los lagares bien cuidados
para no causar enredos.
Hombres que fueron pasando
por aquellos pueblos serios,
el tiempo se fue llevando
lo que llamaban misterios.
G X Cantalapiedra.