UN MISTERIO DE HACE 65, AÑOS
EN EL TERMINO DE LA SECA
Aquel campesino en el año de 1955, volviendo de su trabajo de podar las viñas, y estando en el Camino del Tomillar, para llegar al Camino de La Poza la Veguilla, con su burro y la carga de manojos de sarmientos, caminaba detrás casi a la abrigada, para no sentir el frío que aquella tarde noche del mes de febrero, se extendía sobre los Campos de La Castilla Profunda. Estaba la tarde agonizando, y el podador con las prisas apenas miraba el paisaje, más al levantar la vista, mirando al cielo, de pronto vio cómo si una gran hoguera, desprendida del cielo, bajara a la tierra con muchísima prisa, el hombre aquel, se quedó medio helado, no sabía cómo reaccionar, pero notaba que aquella gran hoguera se desplazaba como si fuera hacia el Camino del Puerto, más o menos sobre Las Planas, el podador aquel, siguió con su propia vista la hoguera, que en su propia casa diría que fue un manojo grande ardiendo. Aquella noche ya en su Villa lasecana, tuvo que bajar a la Hermandad de labradores, donde tenía una cita, y allí contó su experiencia en las horas pasadas, El presidente de la Hermandad, le ordenó. No comentes nada de lo que vistes, ya vino otro campesino a contar la misma historia, y el régimen no puede admitir, fabulas o brujerías, que pudieran ser esos hechos, tu no vistes nada extraño, ni en La Seca paso nada raro, y si alguien te pregunta, dile que fue un invento de mentira. El podador después de marcharse a su casa, al llegar reuniendo a sus hijos y esposa para cenar, fue donde contó todo lo que consiguió ver, aquella tarde noche del mes de febrero, El hombre aquel llegó a ser mayor, sin poder contar libremente su historia, tan solo en su hogar, todos los hijos lo sabían. Pero todos se callaban, más tarde pensaron que pudo ser un meteorito, que pudo caer sobre terreno de La Seca cerca de la llamada Ribera, donde tenía su hogar en verano el Señor Vilo. Cazador con redes y perros, hombre centrado en su vida casi de naturalista de entonces. Alejado de las poblaciones cercanas, y un poco cercano a las ruinas de la Villa de San Martín, que fue abandonada por una peste negra, y sus pobladores se distribuyeron, por Serrada, Rueda, y en La Seca la mayoría, siendo su villa quemada y después echaron cal viva, para acabar con aquella peste maldita. Que solo les dio muertes y problemas de salud, una copia fatal del momento actual. Aquel misterio nadie en La Seca lo llegó a explicar, pero entiendo que hubo más podadores, que aquella tarde noche vieron el misterio, que querían callarle, con el miedo que existía entonces a poder hablar de otros mundos y otras verdades. Cualquier comentario era una falta a las autoridades locales, que allí no pasaba nunca nada, aunque pasara cualquier cosa grabe, el silencio era parte del misterio, que terminaba sobre el cementerio, aunque fuera un asunto serio. ESTA HISTORIA FUE REAL COMO LA VIDA MISMA. G X Cantalapiedra. 29 – 5 – 2020.
EN EL TERMINO DE LA SECA
Aquel campesino en el año de 1955, volviendo de su trabajo de podar las viñas, y estando en el Camino del Tomillar, para llegar al Camino de La Poza la Veguilla, con su burro y la carga de manojos de sarmientos, caminaba detrás casi a la abrigada, para no sentir el frío que aquella tarde noche del mes de febrero, se extendía sobre los Campos de La Castilla Profunda. Estaba la tarde agonizando, y el podador con las prisas apenas miraba el paisaje, más al levantar la vista, mirando al cielo, de pronto vio cómo si una gran hoguera, desprendida del cielo, bajara a la tierra con muchísima prisa, el hombre aquel, se quedó medio helado, no sabía cómo reaccionar, pero notaba que aquella gran hoguera se desplazaba como si fuera hacia el Camino del Puerto, más o menos sobre Las Planas, el podador aquel, siguió con su propia vista la hoguera, que en su propia casa diría que fue un manojo grande ardiendo. Aquella noche ya en su Villa lasecana, tuvo que bajar a la Hermandad de labradores, donde tenía una cita, y allí contó su experiencia en las horas pasadas, El presidente de la Hermandad, le ordenó. No comentes nada de lo que vistes, ya vino otro campesino a contar la misma historia, y el régimen no puede admitir, fabulas o brujerías, que pudieran ser esos hechos, tu no vistes nada extraño, ni en La Seca paso nada raro, y si alguien te pregunta, dile que fue un invento de mentira. El podador después de marcharse a su casa, al llegar reuniendo a sus hijos y esposa para cenar, fue donde contó todo lo que consiguió ver, aquella tarde noche del mes de febrero, El hombre aquel llegó a ser mayor, sin poder contar libremente su historia, tan solo en su hogar, todos los hijos lo sabían. Pero todos se callaban, más tarde pensaron que pudo ser un meteorito, que pudo caer sobre terreno de La Seca cerca de la llamada Ribera, donde tenía su hogar en verano el Señor Vilo. Cazador con redes y perros, hombre centrado en su vida casi de naturalista de entonces. Alejado de las poblaciones cercanas, y un poco cercano a las ruinas de la Villa de San Martín, que fue abandonada por una peste negra, y sus pobladores se distribuyeron, por Serrada, Rueda, y en La Seca la mayoría, siendo su villa quemada y después echaron cal viva, para acabar con aquella peste maldita. Que solo les dio muertes y problemas de salud, una copia fatal del momento actual. Aquel misterio nadie en La Seca lo llegó a explicar, pero entiendo que hubo más podadores, que aquella tarde noche vieron el misterio, que querían callarle, con el miedo que existía entonces a poder hablar de otros mundos y otras verdades. Cualquier comentario era una falta a las autoridades locales, que allí no pasaba nunca nada, aunque pasara cualquier cosa grabe, el silencio era parte del misterio, que terminaba sobre el cementerio, aunque fuera un asunto serio. ESTA HISTORIA FUE REAL COMO LA VIDA MISMA. G X Cantalapiedra. 29 – 5 – 2020.