LA PERDIZ Y LA VILLA DE SAN MARTÍN
Nombres que siguen grabados
en las memorias antiguas,
fueron pueblos condenados
a pestes con cales vivas.
Fueron años de penumbras
en las tierras castellanas,
ciertas leyendas alumbran
a sentencias inhumanas.
La Perdiz quedó perdida
sin apenas dejar huellas,
su gente dejó la vida
mientras miró las estrellas.
Años que fueron malditos
entre lamentos de guerra,
San Martín tuvo sus gritos
cuando a sus muertos entierra.
Pestes por falta de higiene
entre las lanzas guerreras,
el odio cuando interviene
no respeta las fronteras.
Castellanos con razones
de hacer más grande su tierra,
les marcaron ilusiones
pero la vida se cierra.
Años de lucha y trabajo
con una vida muy austera,
el vasallaje más bajo
conocerá la frontera.
Buscando nuevos caminos,
soñando con primaveras,
bebiendo los buenos vinos
entre candiles y velas.
Es la Castilla de entonces
que con otras tierras sueña,
lanzas y espadas precoces
cuando Isabel fue su dueña.
G X Cantalapiedra.
Nombres que siguen grabados
en las memorias antiguas,
fueron pueblos condenados
a pestes con cales vivas.
Fueron años de penumbras
en las tierras castellanas,
ciertas leyendas alumbran
a sentencias inhumanas.
La Perdiz quedó perdida
sin apenas dejar huellas,
su gente dejó la vida
mientras miró las estrellas.
Años que fueron malditos
entre lamentos de guerra,
San Martín tuvo sus gritos
cuando a sus muertos entierra.
Pestes por falta de higiene
entre las lanzas guerreras,
el odio cuando interviene
no respeta las fronteras.
Castellanos con razones
de hacer más grande su tierra,
les marcaron ilusiones
pero la vida se cierra.
Años de lucha y trabajo
con una vida muy austera,
el vasallaje más bajo
conocerá la frontera.
Buscando nuevos caminos,
soñando con primaveras,
bebiendo los buenos vinos
entre candiles y velas.
Es la Castilla de entonces
que con otras tierras sueña,
lanzas y espadas precoces
cuando Isabel fue su dueña.
G X Cantalapiedra.