NO LE QUEDABA MÁS CAMINO POR DELANTE
Aquel hombre ya mayor, rondando los ochenta años, se sentía bastante feliz, Aunque su vida en aquella ciudad pequeña de cinco mil habitantes, era demasiado tranquila, sus paseos eran cada día un poco más cortos, y su pensamiento no paraba de pensar en un futuro incierto, su salud en el hospital de la capital parecía ser bastante dudosa, cada día que amanecía daba a La Madre Naturaleza gracias, sabia que una sombra que no se percibía seguía marcando su cuerpo, que parecía que en esa época esa enfermedad que el sabia de sobra que acabaría con su vida, iba siendo despacio, todo su entorno era tratar de olvidar dicho problema, y el hombre pasaba el día a día haciendo frente a esa vida futura, que nadie sabía lo que tardaría en dar la cara, hay enfermedades raras, más esa enfermedad es normal en los hombres mayores, sobre todo si estuvieron muchas horas sentados trabajando, El hombre no quería ser un humano con dolores en una cama, sin poder elegir su final, cosa que sin avisar a nadie lo hizo, se dirigió a una notaría, y allí firmo su final en caso doloroso, era partidario de la eutanasia en caso de no poder aguantar un final doloroso y sin dignidad. Su mente estaba completamente seguro, su vida fue adelante ante muchas adversidades, y sin miedo a ese final donde las personas temen lo peor, cada día este hombre sentía sentirse liberado de malas pesadillas, de bromas de mal gusto, y su mirada adelante le hacían ser un hombre feliz, cada noche echaba cuentas de su pasado, que era limpio y muy trabajado, nunca tuvo un mal vicio, solo la lectura y otros medios le hicieron ser libre, no tener ese peso de esa maldita enfermedad de mayores, Una tarde viendo al Río que corría junto a su casa de esa ciudad, recordó los versos de Jorge Manrique a su padre en su muerte, han pasado cinco siglos, y parece que fueron escritos ayer por la noche, “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir, allí allegados son iguales, los que viven por sus manos y los ricos, esta vida es el camino, para la otra que es morada, más vale tener buen tino para andar esta jornada sin errar, partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, así que cuando morimos descansamos”. Que verdades más grandes nos dejó este hombre de Paredes de Nava.. Palencia. G X Cantalapiedra. 13 – 7 – 2025.
Aquel hombre ya mayor, rondando los ochenta años, se sentía bastante feliz, Aunque su vida en aquella ciudad pequeña de cinco mil habitantes, era demasiado tranquila, sus paseos eran cada día un poco más cortos, y su pensamiento no paraba de pensar en un futuro incierto, su salud en el hospital de la capital parecía ser bastante dudosa, cada día que amanecía daba a La Madre Naturaleza gracias, sabia que una sombra que no se percibía seguía marcando su cuerpo, que parecía que en esa época esa enfermedad que el sabia de sobra que acabaría con su vida, iba siendo despacio, todo su entorno era tratar de olvidar dicho problema, y el hombre pasaba el día a día haciendo frente a esa vida futura, que nadie sabía lo que tardaría en dar la cara, hay enfermedades raras, más esa enfermedad es normal en los hombres mayores, sobre todo si estuvieron muchas horas sentados trabajando, El hombre no quería ser un humano con dolores en una cama, sin poder elegir su final, cosa que sin avisar a nadie lo hizo, se dirigió a una notaría, y allí firmo su final en caso doloroso, era partidario de la eutanasia en caso de no poder aguantar un final doloroso y sin dignidad. Su mente estaba completamente seguro, su vida fue adelante ante muchas adversidades, y sin miedo a ese final donde las personas temen lo peor, cada día este hombre sentía sentirse liberado de malas pesadillas, de bromas de mal gusto, y su mirada adelante le hacían ser un hombre feliz, cada noche echaba cuentas de su pasado, que era limpio y muy trabajado, nunca tuvo un mal vicio, solo la lectura y otros medios le hicieron ser libre, no tener ese peso de esa maldita enfermedad de mayores, Una tarde viendo al Río que corría junto a su casa de esa ciudad, recordó los versos de Jorge Manrique a su padre en su muerte, han pasado cinco siglos, y parece que fueron escritos ayer por la noche, “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir, allí allegados son iguales, los que viven por sus manos y los ricos, esta vida es el camino, para la otra que es morada, más vale tener buen tino para andar esta jornada sin errar, partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, así que cuando morimos descansamos”. Que verdades más grandes nos dejó este hombre de Paredes de Nava.. Palencia. G X Cantalapiedra. 13 – 7 – 2025.