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EL BURGO DE OSMA: CABALGANDO HACE DOS SIGLOS...

CABALGANDO HACE DOS SIGLOS
Aquel invierno era frío y duro, los campos aparecían helados cada mañana, y las labores agrícolas eran imposible de realizarse, Más un hombre labrador con buena posición, decidió ir a la capital de España, desde la tierra del Burgo de Osma, Soria, comentan que en aquellos años la distancia era de unos 180, kilómetros, más o menos, y este hombre preparó su caballo, le puso herraduras nuevas en todas las patas, y sobre su montura unas alforjas pequeñas con comida y agua, el tiempo era normal sin demasiado frío, y aquel año de hace dos siglos, el campo en ese mes de marzo quería relucir de verdor, el hombre aquel tenia pensado que en tres jornadas llegaría a Madrid, con su caballo sin dejar de andar y algunas veces a galope y otras al trote, llegó a esa ciudad que era la capital del reino, En Madrid buscó su posada para él y su caballo, todo fue normal, más a la venida hacia El Burgo de Osma, empezaron sus problemas, ya que Somosierra era una pista de hielo con la nieve que caía aquellos días, el hombre aquel puso a su caballo en los cascos sobre las herraduras, trozos de sacos de esparto, y el con su buena voluntad caminaba a su lado para animar al caballo, todo le resulto difícil, pero continuo el camino de regreso a su tierra, teniendo que pasar por Riaza, que era una pista de hielo, donde sus vacas estaban en cuadras por no poder salir a pastar, el hombre se le puso difícil el camino, más lo peor lo tuvo en Los Altos de Ayllón, donde una capa de nieve de unos treinta centímetros le hicieron frenarse y caer alguna vez al suelo, Su caballo parecía entender aquel tiempo tan malo, que solo en unos días empeoro dejando a esa zona de Segovia todo blanca y sin ver a nadie en aquel camino helado y blanco, Los Altos de Ayllón fueron una tremenda pesadilla, incluido que apenas llevaba comida y vino en sus alforjas, tuvo que aguantar esos vientos helados, que seguro pasaban de los diez grados bajo cero, aunque en aquellos tiempos no se llevaba el termómetro encima, el camino de retorno le duro una semana, que le parecía un siglo, aunque dándole gracias a dios por volver a su tierra sano y su caballo sin magulladuras ni heridas, Su familia le recibió como si fuera un héroe, que si que lo paso muy mal, y a punto estuvo de quedarse congelado en esos Altos de Ayllón, donde las ráfagas del viento helador te pueden llevar al final de cualquier ser humano, Eran otros tiempos, y los humanos desafiaban los peligros a veces sin darse cuenta. G X Cantalapiedra.