DEZA: Buenas noches abuelo tienes razón en las matanzas los...

La Venta de Tanas tuvo su tiempo de explendor en los años 20 al 60 del siglo pasado. En un principio se comenzó su explotación muy poco a poco pues eran tierras arrancadas al monte en donde se hizo una pequeña vivienda en un lugar que había un yacimiento de agua potable. Bueno, entonces, todas las aguas era buenas para el consumo auqnue tuvieses que apartar las ranas con la mano, como pasaba aquí. El caso es que el primer dueño del que tenemos noticias, vendió monte y terrenos agrícolas a un señor de Deza que acabó mal puesto que se le metió en la cabeza que había comprado unos terrenos malos y caros y una noche se ahorcó.

Un abrazo.

El pobre señor, que se ahorcó estaba lejos de comprender que no había hecho una mala inversión puesto que sus herederos poblaron la venta con gentes que cogieron las tierras a medias y entre las cuales estaban mis abuelos. Mis progenitores trabajaron la hacienda de uno de los dueños durante muchos años, ya que entonces la propiedad era de dos hermanos, heredada de sus padres a partes iguales, supongo.
El propietario Sr. Julio, vivía en esta casa en la que también habitaban mis abuelos con sus hijos. Él tenía su alcoba particular en el comedor y todos juntos comían siempre en la misma mesa, incluidos los jornaleros que hubiese en cada momento. No había barreras, entre el amo y los medialeros. Los pastores iban y venían a Deza cada día y eran los portadores de las noticias frescas, haciendo además de recaderos y carteros. Aunque una casa así tiene casi todas sus necesidades resueltas, hay que tener en cuenta que otras muchas hay que importarlas de fuera.

Un abrazo.

En la Venta de Tanas, había un gran rebaño de ovejas las cuales proveían a sus habitantes, la carne, la leche y el queso. Al esquileo de las mismas, estábamos invitados toda la familia y los peques lo pasábamos bomba pues corríamos detrás de las reses para cogerlas cuando les tocaba entrar en la "barbería" pues no iban muy a gusto que digamos. Los esquiladores venían de fuera y llevaban consigo su equipo de tijeras para cortarles el vellón y también unas máquinas de cortar, como aquellas que los barberos nos cortaban el pelo, a las que se les daba movimiento con una manivela que transmitía a las cuchillas el movimiento de vaivén.

Un abrazo.

Había tres ocasiones en las que los chavales hacíamos fiesta tal como si fuesen de precepto: La que he narrado anteriormente del esquileo de las ovejas de la abuela, el catar el colmenar (que también era de su propiedad) y el matar los cochinos en nuestra casa. El maestro decía que éramos un pueblo atrasado, por estas cuestones; pero a ver como íbamos a adquirir los conocimientos en la materia, si no los veíamos con los propios ojos.

Un abrazo.

Pues a pesar de los años transcurridos hay que decir que no, no llevaba razón el maestro. Se ve que desconocía lo que significa la etnología. El hombre, de vivir y trabajar hoy con niños, no hubiese dicho esto. Contradiciendo aquella canción de entrada del programa de Sánchez Dragó "Negro sobre Blanco" para TVE que versando de libros decía: "Todo está en los libros, todo está en los libros, todo, todo está en los libros", habría que completar que no todo está en los libros porque la vida enseña mucho. El esquileo, la cata de colmenas, la matanza del cochino, trillar, y mil labores rurales más sólo se aprendían en vivo y en directo. Los niños actuales no tienen oportunidad apenas de contactar con la naturaleza y por eso los colegios organizan visitas a granjas-escuela, museos etnográficos, paseos por el campo...

En la matanza de los cerdos, a los niños nos despertaban muy de madrugada, cuando era todavía de noche porque teníamos que agarrar al cerdo del rabo como si nuestra ayuda fuese necesaria. Veíamos como las personas mayores lo sujetaban por las cuatro patas con objeto de que no marchara del banco del sacrificio. Y notábamos como el cerdo se defendía y al final daba su vida en aras de los amos que lo habían cuidado con esmero todo un año. Hoy en día no sé si lo permitirían puesto que el niño a lo mejor se traumatizaría, pobrecillo. Y entonces... ¿Por qué no salíamos con la mente tocada y retorcida? Misterio...

Un abrazo.

Buenas noches abuelo tienes razón en las matanzas los niños meneabamos el rabo al cerdo y ninguno estabamos traumatizados, ahora eso no lo ven los niños ni
por tv.
Como llevas lo de las algarrobas? saludos