POR TIERRAS DE "LA RAYA" (IX)
Se hace ameno ver el agua del manantial que brota de allí mismo, con el barranco del Suso al fondo. Debe ser una delicia descansar aquí a la fresca, mientras aprieta el calor, acompañados por el sonido del agua y el murmullo de las hojas de los frondosos chopos. Tampoco lo pasarán mal los críos y mayores en las cercanas piscinas, cerradas a estas horas del anochecer. Una vecina, ya mayor, que se dirige a un corral que tiene en las proximidades, se detiene a saludar: “Vicente, entra en mi casa y coge unos tomates que hay encima de la mesa.” La sencilla familiaridad de estas buenas gentes es algo de lo que no disfrutamos en las grandes ciudades. Se va haciendo tarde y hay que ir pensando en regresar a Soria. Hemos dejado en casa sola a la abuela y recuerdo que, con nuestra presencia, el abuelo no ha podido solucionar todavía su problema doméstico.
Aún queda tiempo para tomar una cerveza en la terraza del Centro Rural “Las Ollerías”. Me hubiera gustado compartirla también con Pefeval, pero todavía no ha venido por el pueblo. Otra vez será. Inevitablemente sale a colación el foro y la apatía en participar de algunos que podrían hacerlo. Al final voy a tener que darles la razón a los que opinan que Emiliano Revilla no hubiera sido profeta en su tierra, de no haber nacido en Ólvega.
Se hace ameno ver el agua del manantial que brota de allí mismo, con el barranco del Suso al fondo. Debe ser una delicia descansar aquí a la fresca, mientras aprieta el calor, acompañados por el sonido del agua y el murmullo de las hojas de los frondosos chopos. Tampoco lo pasarán mal los críos y mayores en las cercanas piscinas, cerradas a estas horas del anochecer. Una vecina, ya mayor, que se dirige a un corral que tiene en las proximidades, se detiene a saludar: “Vicente, entra en mi casa y coge unos tomates que hay encima de la mesa.” La sencilla familiaridad de estas buenas gentes es algo de lo que no disfrutamos en las grandes ciudades. Se va haciendo tarde y hay que ir pensando en regresar a Soria. Hemos dejado en casa sola a la abuela y recuerdo que, con nuestra presencia, el abuelo no ha podido solucionar todavía su problema doméstico.
Aún queda tiempo para tomar una cerveza en la terraza del Centro Rural “Las Ollerías”. Me hubiera gustado compartirla también con Pefeval, pero todavía no ha venido por el pueblo. Otra vez será. Inevitablemente sale a colación el foro y la apatía en participar de algunos que podrían hacerlo. Al final voy a tener que darles la razón a los que opinan que Emiliano Revilla no hubiera sido profeta en su tierra, de no haber nacido en Ólvega.
