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Si las ciudades tienen alma, la nuestra habrá que buscarla en el Collado. Calle principal de la ciudad, foro de los sorianos de la capital y provincia, lugar de encuentro y reunión del que tanto se ha dicho y escrito, por el que tantos paseos habremos dado, arriba y abajo, abajo y arriba en el buen tiempo, o por sus soportales cuando llovía o nevaba, que es difícil que pueda dejar de ser él mismo por muy larga que sea la ausencia. Sin embargo, pocas tiendas y comercios han sobrevivido más allá de dos generaciones, a lo sumo. Las fachadas y los soportales siguen ahí, a pesar de los cambios sufridos, y algunos escaparates todavía aguardan cubiertos de polvo a la espera de que un nuevo comercio los devuelva a la vida. Pero, cada vez que regreso, de tarde en tarde, noto la ausencia de alguna de las tiendas que conocimos. Un año cerró la carnicería del Ceña, otro, el quiosco de la Alegría Infantil o el puesto de las Garrapinchas, o el Argentino, que ya es historia lo mismo que la pastelería de las Liso, la Bollera, la Azucena, la papelería del Jodra, la tienda del Medel o la Flor Sevillana. Y según se vayan jubilando sus dueños, otros comercios echarán el cierre o cambiarán de actividad. No harán mal negocio los propietarios si deciden traspasarlos a los bancos, dado el carácter ahorrador de mis paisanos. Cierran muchas tiendas, pero, ¿alguien ha visto el cartel de “Liquidación por cierre” en ni siquiera una sola de estas sucursales del dinero? Que no, que no es tópico lo de los sorianos y el ahorro, pues no hay más que ver la buena salud que disfrutan el número tan grande de oficinas bancarias que tenemos para una población de tan pocas almas.

(CONTINÚA)