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(CONTINUACIÓN)
En la plaza del Chupete, como acostumbraba a llamarla el abuelo, tenía su pequeña librería -después ocuparía el local la cafetería “Tony”-, el señor Julián Morales Alesón en los años cincuenta y quizá los primeros sesenta. Ya hace tiempo que murió su dueño y en este espacio hay ahora un bar. Era el señor Morales una persona democrática y liberal –lo que no estaba ni bien visto ni permitido entonces-, pues, como todo el país, Soria era una ciudad reprimida por la censura y la moral. Para adquirir el peligroso y perseguido “Santero de San Saturio” había que hacerlo de tapadillo. Todavía recuerdo la sonrisa del abuelo cuando apareció en casa con el libro dedicado por su autor: “Para Francisco Pedraza, con el afecto de su amigo Juan Antonio Gaya Nuño”. Soria, 3 de julio de 1960 (Domingo de Calderas). Era un ejemplar de la colección Prosistas Contemporáneos, de la editorial Castalia, de Valencia, editado en 1953. El abuelo lo había comprado en la librería del señor Morales sin apercibirse de que a su lado estaba Gaya Nuño quien, agradecido, se lo dedicó. Me contaba con orgullo que el libro del santero lo había leído muchas veces. Entonces aprovechaba yo para preguntarle qué tenía de malo ese libro para que la gente lo comprara a escondidas. Por toda respuesta, se ponía muy serio al mismo tiempo que, ante mi insistencia, me decía en un tono para mí enigmático: “Eso, zagal, tendríamos que preguntárselo al obispo Montiel si alguna vez decide volver por la Plaza de Herradores”.

(CONTINÚA)