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DEZA: El águila, la gata y la jabalina...

El gato y la zorra

Se alababa una zorra hablando con un gato, de que sabía mil medios distintos para preservar su vida, a lo cual contestaba el gato que no era tan sabio, pues sólo confiaba en su ligereza en trepar para salir de cualquier apuro.

Aparecen en esto los perros, y el gato logró escaparse encaramándose a un árbol, pero la zorra, no pudiendo hacer lo mismo, cayó en poder de sus enemigos.

Vale más saber una sola cosa que sea útil, que muchas que no sirven.

Un abrazo.

El águila, la gata y la jabalina

Una añosa y copuda encina daba cómodo albergue a un águila en su copa, a una gata en mitad de su tronco y a una jabalina y sus lechones en el hueco de su raíz. Pacíficamente vivían las tres familias al abrigo del árbol, hasta una mañana en que la gata, pérfida y astuta, subió hasta la copa y habló así al águila.

- En gran peligro estás, querida amiga. La jabalina no cesa de hozar en los terrenos que nos cercan, y presumo que se propone derribar nuestro árbol, para después comerse nuestros hijos cuando los halle en tierra. ¡Hay que vivir vigilantes!

Y mientras el águila quedaba suspensa con semejante revelación, la jabalina escuchaba de la Gata enredosa el siguiente chisme:

- He hablado con el águila - le dijo -, y de sus palabras deduzco que acecha un momento en que te marches, para bajar y arrebatarte tus lechones. ¡Debes vivir con cautela!

Aguila y Jabalina resolvieron, en vista de las circunstancias, no abandonar ni un solo instante sus casas respectivas. Y como no salían a buscar víveres, el terror maternal les costó la vida. Cuando murieron, la gata y sus hijos se deleitaron con los despojos de aquellos que dieron oídos a cuentos de vencidad.

Las gentes que se dejan arrastrar a las disputas de los chismosos y demagogos son víctimas sin quererlo de su perversidad.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Los gatos y los ratones

Allá en tiempos remotos, estalló feroz guerra entre gatos y ratones, fatal en la mayor parte de las batallas para los segundos. Mas como quiera que entre los ratones nadie confesaba que las derrotas eran debidas a debilidad o miedo, llegó a prevalecer la opinión de que el no ser conocidos los jefes en lo recio de la pelea contribuía a introducir el desorden en las batallas.

Un ratón viejo aconsejó:

-Debemos nombrar muchos generales y hacerles uniformes vistosos, con ... (ver texto completo)