Un proverbio chino dice que si no reconocemos nuestros errores, no les pondremos remedio. Y esto es lo que desgraciadamente ocurre en nuestro país con los gobernantes que hemos votado: que no reconocen sus errores, insistiendo en ellos y buscándonos la ruina. Hasta un niño de pecho se daría cuenta del desastre económico en que nos han metido y, aunque ellos se defienden diciéndonos que se trata de una crisis mundial, todavía no quieren darse cuenta de que, desgraciadamente, y gracias a su aborregamiento, tenemos el doble de paro y de deudas que cualquier otro país. No hacen nada por evitarlo; hace un año que ven los brotes verdes o el final del túnel, pero lo cierto es que están dando largas para perpetuarse en el poder y poder manejar y mangonear nuestra maltrecha economía; han creado un sistema de propaganda estilo Goebbels y, gracias a los votos de sus palmeros, acostumbrados al per o a las eternas prestaciones y subvenciones que salen de nuestros impuestos, destrozan la ilusión de muchos jóvenes que no consiguen trabajo, porque se sigue destruyendo el tejido industrial, y cada día son más los autónomos que echan el cierre a sus modestos negocios, en muchos casos familiares.
En distintas ocasiones esta crisis ha sido explicada de un modo sencillo, poniendo símiles para que fuera comprendida por las personas que, como yo, no entendemos mucho de los entresijos de la alta economía: Pizarro, Leopoldo Badia, Alejandro Barea y otros muchos economistas y gente de empresa lo profetizaron y explicaron y, a cambio, se les llamó derrotistas o malos patriotas. El tiempo les ha dado la razón, mientras los políticos siguen mirando a otro sitio, pareciendo que no quieren poner remedio, que no se quieren enterar…Llámenme como quieran por decir mi verdad.
En distintas ocasiones esta crisis ha sido explicada de un modo sencillo, poniendo símiles para que fuera comprendida por las personas que, como yo, no entendemos mucho de los entresijos de la alta economía: Pizarro, Leopoldo Badia, Alejandro Barea y otros muchos economistas y gente de empresa lo profetizaron y explicaron y, a cambio, se les llamó derrotistas o malos patriotas. El tiempo les ha dado la razón, mientras los políticos siguen mirando a otro sitio, pareciendo que no quieren poner remedio, que no se quieren enterar…Llámenme como quieran por decir mi verdad.
