Un Rincón apacible.
El callejón cercano a la Puerta Cihuela, no tiene nombre específico y está considerado como si fuese un tramo más de la Calle Mediavilla.
Hasta hace poco relativamente estaban los números 36 y 38 en las dos casas que había o sigue habiendo. Hace algunos años hubo un nuevo ordenamiento y se les asignaron, los números 13 y 15. El vivir en un callejón como este tiene sus ventajas y sus inconvenientes, también. Las ventajas eran que no estorbabas a nadie y nadie te estorbaba a ti. Venía muy bien para descargar las gavillas de leña y meterlas al corral, sin prisas. Cargar los aperos en las mulas etc. El inconveniente mayor, para mí, era que por la noche en este rincón nunca tuvimos bombilla que alumbrara. Aquello parecía la boca del lobo, como se dice vulgarmente, agravado por aquel túnel que se metía hacia dentro. El punto de luz más cercano estaba en la esquina del granero del tió Florentín y era de 30 Watios, que es como decir nada. La de más arriba, en la esquina del Cuenco. Las calles siempre eran barrizales aun cuando no lloviera, pues salían los encañados de los corrales llenos de meados y de aguas que manaban allí mismo.
Un abrazo.
El callejón cercano a la Puerta Cihuela, no tiene nombre específico y está considerado como si fuese un tramo más de la Calle Mediavilla.
Hasta hace poco relativamente estaban los números 36 y 38 en las dos casas que había o sigue habiendo. Hace algunos años hubo un nuevo ordenamiento y se les asignaron, los números 13 y 15. El vivir en un callejón como este tiene sus ventajas y sus inconvenientes, también. Las ventajas eran que no estorbabas a nadie y nadie te estorbaba a ti. Venía muy bien para descargar las gavillas de leña y meterlas al corral, sin prisas. Cargar los aperos en las mulas etc. El inconveniente mayor, para mí, era que por la noche en este rincón nunca tuvimos bombilla que alumbrara. Aquello parecía la boca del lobo, como se dice vulgarmente, agravado por aquel túnel que se metía hacia dentro. El punto de luz más cercano estaba en la esquina del granero del tió Florentín y era de 30 Watios, que es como decir nada. La de más arriba, en la esquina del Cuenco. Las calles siempre eran barrizales aun cuando no lloviera, pues salían los encañados de los corrales llenos de meados y de aguas que manaban allí mismo.
Un abrazo.
