Un año más llega la Navidad y como siempre repetimos costumbres. Se consume de forma desaforada, lo mismo alimentos que ropa y regalos. Como espectador crítico que soy, me duele en lo más profundo del alma tanto desmán. Oigo a los de siempre: “Luego dicen que no hay dinero”. Sí que hay dinero, pero está muy mal distribuido. Compra quien puede, pueden siempre los mismos. El que no tiene ha de prescindir de lo más elemental: comida y un lugar para dormir. ¿Es que tenemos pelo en el corazón? ¿Cómo podemos vivir y dormir tranquilos ante tanta injusticia?.
Puestos a observar nos damos cuenta de algunas actitudes de la fauna privilegiada: A).- El que cierra la puerta de su casa con la familia al completo y se frota las manos de satisfacción porque viven estupendamente, no les falta de nada y está muy orgulloso. Piensa que merece lo conseguido por su especial valía y que el menesteroso lo es porque tiene que haber de todo: “Siempre ha sido así y siempre será”, vaticina. A este espécimen podemos denominarlo "instalado". B). - El que cierra la puerta con la familia adentro y se da cuenta que a ellos no les falta de nada; pero que afuera se quedan muchas personas que sufren de hambre y frío y un rosario de deficiencias físicas y psicológicas. En este grupo son capaces de hacer actos de caridad, siempre que no les afecten excesivamente a su posición social, intimidad y un largo etcétera. Así se siente casi a bien con su conciencia y queda ante los demás por un ciudadano generoso. C).- El que observa las desigualdades y, sin pensarlo mucho, abandona la vida muelle y se compromete con alguna organización para emplear su vida en favor de los demás, importándole un bledo cómo terminarán sus días. A esta especie solo pertenecen unos pocos, los pocos que todavía tienen derecho a la denominación de persona humana.
¿No se podrían modificar las estructuras, para hacer de la existencia
algo más normal y cotidiano, donde un comportamiento cívico y humano no haya
de ser valorado como heróico?
Puestos a observar nos damos cuenta de algunas actitudes de la fauna privilegiada: A).- El que cierra la puerta de su casa con la familia al completo y se frota las manos de satisfacción porque viven estupendamente, no les falta de nada y está muy orgulloso. Piensa que merece lo conseguido por su especial valía y que el menesteroso lo es porque tiene que haber de todo: “Siempre ha sido así y siempre será”, vaticina. A este espécimen podemos denominarlo "instalado". B). - El que cierra la puerta con la familia adentro y se da cuenta que a ellos no les falta de nada; pero que afuera se quedan muchas personas que sufren de hambre y frío y un rosario de deficiencias físicas y psicológicas. En este grupo son capaces de hacer actos de caridad, siempre que no les afecten excesivamente a su posición social, intimidad y un largo etcétera. Así se siente casi a bien con su conciencia y queda ante los demás por un ciudadano generoso. C).- El que observa las desigualdades y, sin pensarlo mucho, abandona la vida muelle y se compromete con alguna organización para emplear su vida en favor de los demás, importándole un bledo cómo terminarán sus días. A esta especie solo pertenecen unos pocos, los pocos que todavía tienen derecho a la denominación de persona humana.
¿No se podrían modificar las estructuras, para hacer de la existencia
algo más normal y cotidiano, donde un comportamiento cívico y humano no haya
de ser valorado como heróico?