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DEZA: En este domingo era cuando se rifaba el cerdo en favor...

En este domingo era cuando se rifaba el cerdo en favor del Santo Cisto. La capilla del Santísimo Cristo del Consuelo, en la Iglesia Parroquial, fue costeada y estaba bajo el patrocinio del Ayuntamiento de Deza que corría con todos los gastos que ocasionaba el culto a dicha imagen, por cierto emocionante. Iba a decir muy bella pero pensándolo bien no lo expresaré, porque creo que no es muy perfeccionista ni muy bonita en si, porque la anatomía de su cuerpo no es detallista al cien por cien y los rasgos son sencillos, aunque eso sí: Armoniosos y con una dulzura de cara, que más parece que se haya dormido, en vez de sufrir un tormento tan tremendo como es el de cruz.
El culto de la caplla pasó más tarde a la parroquia y se siguió con la misma tradición de la rifa del cerdito y del patrocinio de un toro en la Fiesta Mayor.
La rifa del cerdo se comenzaba a preparar con una semana de antelación. Todo el que quisiese participar solamente tenía que acercarse a la casa del Sr. Cura y cursar su papeleta personal, previo pago del importe estipulado. Dicha papeleta iba a parar a una olla de barro y se podían meter papeletas hasta la misma hora del sorteo.
El sorteo se efectuaba el la casa del sacerdote del pueblo. Allí, una tarde como la de hoy, se reunian el Ayuntamiento en pleno y alrededor de un brasero y de una botella de anis y unas pastas, un niño removia con su mano todas las papeletas que había dentro a las que se habían añadido cuatro o cinco con la palabra"cerdo".
A la hora convenida, un niño metía la mano dentro y extraía una papeleta. Se anotaba el nombre y se volvía a extraer otra nueva. Si salía otro nombre, el anterior quedaba anulado y así sucesivamente hasta que salía la papeleta de "cerdo". Cuando salía esta papeleta se adjudicaba el premio a la última sacada. A veces salía pronto; pero hubo años que tardó mucho en salir.
Esto de salir el nombre premiado tenía su misterio y era que todos los chicos del pueblo estábamos esperando fuera a que se anunciara el ganador desde al balcón, anunciado por el alguacil. En ese momento salíamos disparados, gritando ¡aquí, aqui! hacia la casa del afortunado, el cual al saberse agraciado, tiraba calderilla suelta entre la chiquillería que entre empujones y patadas, procurábamos hacernos con alguna perrilla o perra gorda que era lo que corría en aquellos tiempos.
Hubo veces que probábamos gastar alguna broma e ibamos alguna casa a decir que había tocado allí a ver si nos tiraban dinero pero la gente se espabiló y antes de lanzar sus ahorros a la chusma bociferate, esperaba que le llegara la noticia mediante el alguacil en persona.
Asi es como terminaba un día emocionante para los chicos.

Un abrazo.