A mí, ya desde el primer día que no me gustó la escuela. Estaba acostmbradoa vivir mi vida, libre como un potro salvaje (no como un asno, hombre...) y aquello de encerrarme me dolió y me preocupó pues no iba conmigo. Yo, en un principio fuí mal escolar e hice novillos, a veces de hasta varios días seguidos. Un día el maestro se encontró a mi padre, por casulidad y estuvieron hablando pues todavía no se conocían y le dijo: Ah, usted es el padre de aquel chico - que está enfermo ¿No...?. ¡Cómo que de aquel que está enfermo!. Figuraos el panorama después en casa y las burlas de los niños al llevarme arrastras a la escuela...A partir de este día fui muy buen estudiante y me porté bién pues el maestro en vez de echarme la bronca me tomó con cariño y paciencia y me hizo suyo. Hasta el punto de que mantuve una amistad muy estrecha hasta su muerte, después de muchos años. Tomad ejemplo de mi, sólo en la segunda parte. ¿vale...?. Un abrazo.