Martín obispo de Sigüenza.- Veinte años llevaba Martín, aproximadamente al frente de la comunidad de Huerta, cuando Alfonso VIII, gran amigo suyo, lo promueve al obispado de Sigünza. Tiene que dejar su comunidad y lanzarse a las tareas apostólicas, desarrollando una labor pastoral muy fecunda e intensa. Veamos como su biógrafo Ricardo nos cuenta esta etapa de su vida.
"Varón ya perfecto y probado en la vida monástica fue elevado al honor del Pontificado, como obispo fiel de la diócesis seguntina, ahora ya rodeado de la luz en la mansión eterna. Sus seis años de gobierno en la diócesis de Sigüenza, La Trinidad quiso prolongalos por cuatro meses más para continuar protegiendo dicha sede con la virtud del Santo y seguir enseñando el Evangelio de Cristo. Fue modelo del clero, luz de la Patria, dechado de costumbres, doctor de la verdad, norma para los buenos, azote para los culpables, luz de los Pontífices. Deseando tener una conciencia pura, no admitía nunca ni el más mínimo soborno en la comida; alegre y esplendoroso con los pobres, puso todo su empeño en la redención de cautivos. De corazón clemente, daba al hambriento de comer, de vestir al harapiento y de beber al sediento".
Con rasgos comunes en otros escritos de la época, el biógrafo nos describe el quehacer del obispo Martín. La atención al clero, su vida espiritual, su formación intelectual y vida apostólica cifrarán toda su actividad; intenta la vida interna en la comunidad diocesana, promoviendo la paz y reconciliación entre los mienbros de su prebisterio. Con sus dicesanos practicó todas las obras de misericordia, con atención especial a los pobres y cautivos. Saludos a Deza y un abrazo.
"Varón ya perfecto y probado en la vida monástica fue elevado al honor del Pontificado, como obispo fiel de la diócesis seguntina, ahora ya rodeado de la luz en la mansión eterna. Sus seis años de gobierno en la diócesis de Sigüenza, La Trinidad quiso prolongalos por cuatro meses más para continuar protegiendo dicha sede con la virtud del Santo y seguir enseñando el Evangelio de Cristo. Fue modelo del clero, luz de la Patria, dechado de costumbres, doctor de la verdad, norma para los buenos, azote para los culpables, luz de los Pontífices. Deseando tener una conciencia pura, no admitía nunca ni el más mínimo soborno en la comida; alegre y esplendoroso con los pobres, puso todo su empeño en la redención de cautivos. De corazón clemente, daba al hambriento de comer, de vestir al harapiento y de beber al sediento".
Con rasgos comunes en otros escritos de la época, el biógrafo nos describe el quehacer del obispo Martín. La atención al clero, su vida espiritual, su formación intelectual y vida apostólica cifrarán toda su actividad; intenta la vida interna en la comunidad diocesana, promoviendo la paz y reconciliación entre los mienbros de su prebisterio. Con sus dicesanos practicó todas las obras de misericordia, con atención especial a los pobres y cautivos. Saludos a Deza y un abrazo.