Antes de tomar esta parroquia de Aranda dejó en esta villa varias fincas para el maestro de
niños de este pueblo -tenía una mezquina paga que sostenían los padres de los alumnos-. Yo
recuerdo que al entrar y salir de la escuela rezábamos un Padre Nuestro por el eterno descanso
de don Tomás Campos. Después ni el maestro percibe las rentas que dejó el párroco ni se reza
por él.
He tenido ocasión de leer la escritura de fundación y en todo ser cumplió lo que en ella se
ordenaba. Una de las cláusulas (la principal) dice: Que las fincas han de cultivarlas los herederos
de Rafaela del Rincón, madre de Tomas de Domingo y han de dar de rente anual al señor
maestro de este pueblo tres medias de trigo. Si con el tiempo se encargará el Estado de su
sustento, en ese caso quedarán las fincas para los herederos de la dicha Rafaela, haciendo
omisión de esta pía fundación.
El otro párroco que hizo mucho por estos feligreses -ya se escribió de él- fue otro Tomás,
Don Tomás Catalina. Este, nada en el dramatismo ni llamar la atención. Un párroco celoso,
ordenado y bueno, con afición a las cosas de nuestros mayores.
En esta parroquia nos dejó su letra microscópica, pero bonita y clara, muchas copias de
escrituras antiguas e hizo un libro aparte en que constan los aniversarios, mandad pías, censos,
etc. De gran parte de lo que yo escribo en estos apuntes históricos, él es el iniciador.
A los pocos años, después de marchar de esta parroquia a la de San Esteban de Gormaz
(Nuestra Señora del Rivero) al intentar ensanchar el camarín de la Virgen de aquella parroquia,
fue encontrada una bandera árabe, como cita en la página doscientos treinta y ocho el benemérito
párroco de El Burgo de Osma y muy estimado mio, don Vicente Núñez Marqués en su obra
"Historia del Obispado de Osma".
Por último otro sacerdote que dejó, en los dos años cortos de su estancia en esta parroquia
como ecónomo, cierto perfume de santidad, fue don Mauricio Izquierdo Herrero, que no hace
muchos años falleció en su parroquia de Almenar.
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niños de este pueblo -tenía una mezquina paga que sostenían los padres de los alumnos-. Yo
recuerdo que al entrar y salir de la escuela rezábamos un Padre Nuestro por el eterno descanso
de don Tomás Campos. Después ni el maestro percibe las rentas que dejó el párroco ni se reza
por él.
He tenido ocasión de leer la escritura de fundación y en todo ser cumplió lo que en ella se
ordenaba. Una de las cláusulas (la principal) dice: Que las fincas han de cultivarlas los herederos
de Rafaela del Rincón, madre de Tomas de Domingo y han de dar de rente anual al señor
maestro de este pueblo tres medias de trigo. Si con el tiempo se encargará el Estado de su
sustento, en ese caso quedarán las fincas para los herederos de la dicha Rafaela, haciendo
omisión de esta pía fundación.
El otro párroco que hizo mucho por estos feligreses -ya se escribió de él- fue otro Tomás,
Don Tomás Catalina. Este, nada en el dramatismo ni llamar la atención. Un párroco celoso,
ordenado y bueno, con afición a las cosas de nuestros mayores.
En esta parroquia nos dejó su letra microscópica, pero bonita y clara, muchas copias de
escrituras antiguas e hizo un libro aparte en que constan los aniversarios, mandad pías, censos,
etc. De gran parte de lo que yo escribo en estos apuntes históricos, él es el iniciador.
A los pocos años, después de marchar de esta parroquia a la de San Esteban de Gormaz
(Nuestra Señora del Rivero) al intentar ensanchar el camarín de la Virgen de aquella parroquia,
fue encontrada una bandera árabe, como cita en la página doscientos treinta y ocho el benemérito
párroco de El Burgo de Osma y muy estimado mio, don Vicente Núñez Marqués en su obra
"Historia del Obispado de Osma".
Por último otro sacerdote que dejó, en los dos años cortos de su estancia en esta parroquia
como ecónomo, cierto perfume de santidad, fue don Mauricio Izquierdo Herrero, que no hace
muchos años falleció en su parroquia de Almenar.
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