CASTILLEJO DE ROBLEDO: El día 2 de Febrero de 1.942, en la Santa Misa -al...

El día 2 de Febrero de 1.942, en la Santa Misa -al ofertorio- manifesté a los feligreses el
deber que todos teníamos de ofrecer un homenaje digno como se lo merecía, a Doña Gregoria
Arranz Aparicio, natural de Langa de Duero, maestra incansable, que por espacio de 32 años
dirigió la escuela de niñas de esta villa, muy laudablemente se ha hecho merecedora de que al
dejar el cargo, sepa que somos agradecidos y por lo tanto perpetuarlo con un día de fiesta,
dedicado a ella.

Tanto las dignas autoridades, como el vecindario determinaron que ya que este año era el de
su jubilación, por su edad avanzada dar su nombre a una de las calles de esta villa -que fue la
antes indicada, por haber vivido la señora siempre en ella-; declararla hija adoptiva del pueblo
para lo cual se la entregó un lujoso pergamino, en el cual consta tal acuerdo, y un hermoso
álbum con las firmas de todas las que han sido discípulas y de otras personas que se adhirieron al
homenaje.

El día 16 de Septiembre del año citado -tercer día de la fiesta de la villa- fue el día señalado
para hacer la entrega de todo. Se celebró misa solemne con ministros, que ofició Don Salvador
del Alamo Arranz, cura párroco de Canicosa e hijo de la homenajeada, predicando este indigno
párroco.

Desde la iglesia todo el vecindario se trasladó ante la casa de la anciana maestra, donde se
descubrió unas de las placas que obstentaban el nombre de la calle de Doña Gregoria. Al
entregarle el pergamino y el álbum, pronunciaron discursos el Sr. Alcalde Don Matías Gil
Cuesta y el Sr. Cura Párroco de Langa de Duero, Dr. Don Isaac Martínez Velilla, así, como
también recitaron bellas composiciones poéticas varias jóvenes, antiguas discípulas ausentes de
aquí, pero que vinieron de distintas capitales para testimoniar su agradecimiento y afecto sincero
a su antigua maestra; otras cuatro muchachas declamaron también poesías. Al final de aquel acto
tan sencillo y tan sublime, volví a dirigir la palabra al numeroso público.

Quiso Doña Gregoria dar las gracias a todos, pero por la emoción que sentía, apenas pudo
pronunciar algunas palabras. Su hijo, sacerdote con gran elocuencia fue el que en nombre de su
madre dio las gracias a los vecinos de esta honrada villa. Al terminar su discurso fue cerrado con
vivas y aplausos a la "Hija Adoptiva" y a los habitantes de Castillejo de Robledo.

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