Aquellos inviernos
El aire silbaba al filtrarse por los huecos de las tejas. El silencio podía tocarse con los dedos de las manos si tenían al valor de sacarla del refugio de las mantas. A veces el sonido lejano de un motor se convertía en un sonido mortecino que contribuía al sopor previo al sueño profundo. Y mientras la cabeza divagaba por mil historia vividas o recreaba otras mil que todavía quedaban por disfrutar-Y todo ello con el placer que producía ese nido de calor, casi el único que existía ... (ver texto completo)
El aire silbaba al filtrarse por los huecos de las tejas. El silencio podía tocarse con los dedos de las manos si tenían al valor de sacarla del refugio de las mantas. A veces el sonido lejano de un motor se convertía en un sonido mortecino que contribuía al sopor previo al sueño profundo. Y mientras la cabeza divagaba por mil historia vividas o recreaba otras mil que todavía quedaban por disfrutar-Y todo ello con el placer que producía ese nido de calor, casi el único que existía ... (ver texto completo)