MEMBIBRE DE LA HOZ: Historia Informal de Membibre. CAP. II (cont.)...

Historia Informal de Membibre. CAP. II (cont.)
En cuanto a Membibre, el año 1.000 antes, como fecha de referencia y según la paz natural de los seres y de las cosas, escenario donde se desenvuelven nuestras peripecias, debió pasar sin grandes sucesos ni sobresaltos. La sombra de la guerra por estos predios debía permanecer como algo remoto y de difícil comprensión y los asuntos a discutir sucedieron como en otros muchos lugares hablando con los otros, unas cosas se arreglaban, otras no. Acaso alguna noticia llegara desde otros pueblos o ciudades más grandes donde ya existieran gentes de armas que se les pudiera ver por la calle.
El tipo de vida campestre, de aprovechamiento de la naturaleza para la supervivencia, asegurar el alimento de una estación a otra, de un año para otro siempre se llevara a cabo por los métodos de agricultura y ganadería, aunque sí cabría otorgar ahora ya una mayor importancia a las labores del campo. La consecución de un sobrante en los trabajos de cosecha y rebaños, o sea, la cantidad de trigo o cebada que sobraba después de atendidas las necesidades propias, o las crías de sobra, les ofrecería la oportunidad de intercambiar esos productos y según diversas formas, en el propio ambiente del pueblo o transportando productos a los pueblos vecinos, por manufacturas urgentes como herramientas, vestido y calzado, o recipientes para la choza.
El desarrollo de la vida sedentaria, el crecimiento propio del pueblo en número de gente y de familias, las nuevas chozas y su agrupación en torno a calles y plazas, las primeras formas de autoridad, acaso personas elegidas de antemano, alcaldes y jueces, su forma particular de solucionar los problemas dolosos, robos, engaños o delitos de sangre. Con respecto a esto, las costumbres más ancestras hablan de una especie de sistema de "clientela", o sea, existirían en la comunidad o en comunidades vecinas unas determinadas personas que debido a su respeto o ascendente, a su experiencia o sabiduría, u otras elegidas a propósito, que se harían cargo de todos esos asuntos. Los sujetos interesados -clientes- irían a su casa u oficina y el tal señor o señora les asesoraría sobre su problema y la mejor forma de solucionarlo, que acaso siempre fuese los arreglos conseguidos con otro señor de las mismas características. Ese sistema de clientelismo no es una cualquier cosa, pues sería en aquella abstrusa antigüedad muy usado en la mayoría de culturas, incluso en la antigua Roma en su esplendor usaba un sistema parecido.
Todas esas formas y desarrollos vendrían a producir el efecto mágico de un lugar propio, insustituible, de punto de referencia, acaso ya con un nombre propio y determinado y con unas señas precisas, yo soy de aquí, yo soy de allá y en seguimiento de las costumbres de otros pueblos de alrededor, nombre preciso de ese lugar, ahora Membibre, que ya debió existir desde entonces y acaso diversos de ellos a través de las eras, o los cambios de idioma. Siempre se ponen nombre a las cosas y los lugares, algo que se echaría muy de menos cuando se tuviera que viajar o desplazarse a otros lugares por matrimonio o negocios, "morriña" imprescindible.
Hacer mención aquí ya de un lugar especial para aquellos primeros habitantes de Membibre, que no es otro que el llamado ahora El Castillo. Ya se dijo que ese fuera uno de los primeros lugares donde existirían chozas y calles, un vecindario más o menos definido y una cierta cohesión e identidad entre sus moradores. En efecto, el pequeño alto en el centro del cauce de ríos y manantiales se les habría sugerido como lugar ideal para habitarlo. Aun queda la señal, en el lado del alto que da hacia la carretera y el pueblo, del camino que asciende y por el cual debieron transitar rebaños y personas, más tarde carromatos. Y pudiera ser que ya en aquellos primeros tiempos dispusiera de un recinto de muralla, pero de un significado diferente al que ahora le otorgamos a muralla. Una especie de pared de cerca hasta la altura de un hombre o menos que serviría como en otros lugares para la contención del ganado, ovejas, cabras, acaso cerdos.
Las pruebas que aseguran esa temprana habitación de El Castillo lo conectan con el final del Neolítico, utensilios de granito pulido, abundantes cantos para lijar otras piedras y los barros más negros fueron hallados en ese lugar. No se encontró un solo pedazo de muestra de utensilios de labranza de cobre, bronce o hierro, pero eso no es algo tan extraño, los utensilios de labranza siempre fueran, por eso, algo muy precioso para estas gentes, si uno se pone a buscar no se encuentran los meros utensilios que usaran nuestros abuelos. Se han hallado pequeños hierros, sobre todo clavos (muy abundantes y de muy diversas formas que declaran su uso a lo largo de los siglos, para la madera de construcción, puertas o antiguos muebles), extrañas piezas acaso de uso de caballerías, algunas piezas de bronce, pero medieval, pedazos desgastados de hojas de afeitar y monedas.
Las señales más fehacientes de que ahí, en el pequeño alto de la cuesta del Santocristo, hubo un pequeño pueblo o castro hasta hace seiscientos o setecientos años son la existencia de cimientos en el interior y una serie de pozos de recogida de agua potable que debían pertenecer a cada vivienda. Agua caso procedente de la lluvia, pero acaso procedente de carros aguadores que lo subieran desde el río, debió resultar para los habitante un importante remanente de subsistencia. Los pozos están fabricados con unas recias hechuras en la pura roca con una especie de hacha o macheta de lo que primero fabricaban un orificio como de un metro de diámetro y hacia el interior la dimensión del hueco aumenta para fabricar un pozo en forma de globo. Solo uno de esos pozos se puede apreciar desde la superficie, pero el número es de unos diez o doce pozos distribuidos por todo el alto y que se advierten por las señales que dejan en la superficie. La fecha de fabricación no debe ser muy antigua, acaso de los primeros tiempos medievales y que vendría a servirles de ayuda inestimable con la presencia árabe. También por esas fechas de ocupación la muralla debió de ser de un tamaño aparente.
Una última muestra de habitación lo constituye un pequeño cementerio de sepulcros excavados en la roca y cuyo número es difícil de calcular, pues hay pocas señales en superficie.
En cuanto a la franja cronológica que se puede atribuir a la habitación de El Castillo podría llegar desde aquellos primeros habitantes que usaran cabañas y barrios de cabañas para vivir hasta la desaparición de las patrullas árabes en plena Edad Media de caminos, carreteras y pueblos a este lado de las montañas. Existe una cierta frecuencia en ese lugar El Castillo de hallazgos de monedas en relación con reyes de Castilla a partir del 1.100 hasta el 1.300 después de nuestra era. Después no hay más dineros, señal inequívoca de que por una razón u otra o algo tan obvio como las dificultades que suponía seguir habitando en ese lugar y los vecinos, en su mayoría, se irían trasladando al sitio más fácil y práctico del Barrio de Abajo, antiguo pueblo de Membibre.