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BERNUY DE COCA: JEAN PAUL FRIEDRICH RICHTER...

JEAN PAUL FRIEDRICH RICHTER

Johann Paul Friedrich Richter, más conocido como Jean Paul (Winsiyllandel, 21 de marzo de 1763 – Bayreuth, 14 de noviembre de 1825), fue un escritor alemán.

Jean Paul se ha ganado un lugar especial en la literatura alemana y siempre ha dividido a los lectores. Para algunos es merecedor de una veneración suprema, para otros, de desinterés y reprobación. La tendencia romántica a hacer desaparecer la forma en la novela fue llevada hasta su cúspide por él; August Wilhelm Schlegel calificó a sus obras de «soliloquios», en los que permitía a los lectores tomar parte, una especie de intensificación de aquello que Laurence Sterne comenzó con su Tristram Shandy. Jean Paul jugó en forma constante con un sinfín de ocurrencias humorísticas y grotescas. Sus obras se caracterizan por sus metáforas audaces y por sus tramas digresivas y hasta cierto punto laberínticas. En ellas, Jean Paul mezclaba sus reflexiones con comentarios sobre el quehacer literario; la sátira amarga aparece repentina junto a la ironía ingeniosa y el humor suave; junto al sobrio realismo se hallan idilios esclarecedores, interrumpidos usualmente de forma irónica; su obra también contiene crítica social y posturas políticas.

Sus novelas hallaron acogida particularmente entre las mujeres debido a la forma tan empática con que Jean Paul podía dar forma a sus personajes femeninos: nunca antes en la literatura alemana habían sido mostrados los personajes femeninos con tal profundidad psicológica. Curiosamente no se halla en ningún otro lado tales arremetidas placenteras de misoginia como con Jean Paul.

El carácter de Jean Paul debió ser tan multifacético y confuso como muchas de sus novelas; era una persona muy sociable e ingeniosa, al mismo tiempo sentimental al extremo, de espíritu infantil y rápidamente conmovible hasta las lágrimas. Sus obras muestra el grado en que se interesaba no sólo en la literatura, sino también en la astronomía y la ciencia.

No es de sorprender en un autor tan caprichoso que su relación hacia los «Clásicos de Weimar», Goethe y Schiller, siempre fue conflictiva (Schiller dijo de Jean Paul que le era «tan extraño como alguien bajado de la Luna»). Herder y Wieland, por otro lado, lo estimaron y apoyaron. A pesar de que siempre mantuvo distancia con los clásicos, que pretendían generalizar el arte, y de que en sus consideraciones teóricas, por ejemplo en su Vorschule der Ästhetik (Parvulario de estética) se puede constatar fuertes influencias del Romanticismo, no se le considera dentro de los románticos. También frente a estos mantuvo una distancia crítica; y es que a pesar de todo subjetivismo, no generalizó el Yo del autor: poseía aquello que escaseaba entre la seriedad clásica y la ironía romántica: Humor, cuya esencia él examinó minuciosamente por primera vez. Tanto la Ilustración como la metafísica las consideraba fracasadas, y aun así mantenían un sitio en su imaginario. De tal forma, obtuvo una visión del mundo sin ilusión, inseparable de una resignación llena de humor. Esto corresponde con el hecho de que Jean Paul fue uno de los primeros partidarios de la filosofía de Arthur Schopenhauer. No trata de adoctrinar, sino de mostrar la felicidad del ser humano, aún, y precisamente, en su entorno cada vez más desnaturalizado: en los castillos estilo rococó y en los pueblos depauperados de la Alta Franconia