HISTORIA DE LA PROVINCIA
EDAD CONTEMPORANEA
El siglo XIX se abre con la Guerra de la Independencia. Los franceses entraron en Segovia en marzo de 1808 y permanecieron en ella hasta 1813. La presencia de los franceses en España y también en Segovia supuso la caída del antiguo régimen y el ascenso de la burguesía frente a la nobleza y el clero. La guerra de la independencia unida a la crisis agraria degeneró en guerrillas y partidas que, a veces, encubrían bajo un ideal político un auténtico bandolerismo.
Durante los primeros cincuenta años del siglo XIX, en Segovia no se hace prácticamente nada a excepción de la portada de la Fábrica de la Moneda y el despeje de la plazuela del Alcazar. También puede destacarse la renovación de los pavimentos de las calles, de las mercedes del agua,
12
servicio de limpieza y la creación del cementerio aprovechando la ermita del Santo Angel de la Guarda.
Es a partir de 1850, y sobre todo de 1870, año en que entre a prestar sus servicios como arquitecto municipal Joaquín de Odriozola y Grimaud, cuando Segovia va a sufrir un cambio radical en su fisonomía. Si el proceso constructivo de Segovia se había cerrado en el siglo XVII con la ordenación de la Plaza Mayor, la historia de la Segovia contemporánea ha de iniciarse igualmente por aquélla.
Odriozola tuvo dos preocupaciones constantes: el ferrocarril y el ejército. El deseo de acercar la estación del ferrocarril a la plaza mayor dio origen a multitud de proyectos de alineación y ensanche cuyas consecuencias aún se mantienen en la actualidad.
En 1880 Odriozola redacta el proyecto de la alineación de las calle de Cronista Lecea, San Agustín, San Juan, plaza del Azoguejo, San Francisco, José Zorrilla y Estación. Este eje se llevó sólo a cabo, en 1910, en el tramo comprendido entre la Plaza y la plazuela de San Facundo, cuya iglesia fue demolida para el intento. En 1899 se proponía una variante por la calle de Infanta Isabel. Ambas alineaciones llevaron consigo la destrucción del caserío de dos de las calles más históricas, desde el punto de vista urbanístico, de la vieja ciudad y asiento tradicional del comercio, tabernas y mesones.
Un segundo proyecto, más audaz, fue el que intentó con el ensanche de la calle Real hasta la Canaleja, para el que fue necesario demoler la puerta de San Martín. Desde la Canaleja se podría bajar, de una forma cómoda, al barrio de San Millán y además era el punto de arranque de un gran viaducto de hierro que, sobrevolando el barrio, finalizaba en el Camino Nuevo, a la altura de la ermita de San Roque o de la iglesia de Santo Tomás, con una longitud de 400 o 600 metros según la propuesta elegida. La penuria del municipio y las dificultades técnicas de todo tipo lo echaron por tierra. De lo proyectado solamente llegó a realizarse el ensanche de la calle de Juan Bravo (1882), en el tramo comprendido entre la plazuela de Corpus y la iglesia de San Martín; el derribo de la puerta del mismo nombre (1883) y la actual bajada de la Canaleja (1883).
Al convertirse la plaza del Azoguejo en el nudo de los arrabales, hacia ella canalizó la circulación de la carretera de La Granja, con el consiguiente ensanche de la misma, e igualmente el acceso a la Estación no por San Francisco sino por las calles de San Clemente y de la Asunción. Este proyecto, que fue realizado, salvaguardó la integridad de la pintoresca
13
calle de San Francisco. Sin embargo la calle Real de los Arrabales o del Mercado (hoy José Zorrilla) sufrió ensanches innecesarios sin que llegara a ver plasmada su idea de levantar nuevos edificios a los lados, a modo de hoteles particulares, ni mucho menos la ordenación de una gran plaza triangular, ante la ermita del Cristo, que serviría de enlace a los ejes triangular, ante la ermita del Cristo, que serviría de enlace a los ejes Estación-Fuencisla (mediante la remodelación del Camino Nuevo, antiguo de las Charcas, inaugurado en 1785, y la apertura de la carretera de la Cuesta de los Hoyos en 1888); Estación-carretera de La Granja (con el ensanche del camino de La Maestranza, también en 1888) y Estación –nueva carretera de Madrid. La ermita y el arco de Madrid permanecían en el centro de la plaza como hitos históricos y urbanísticos.
Odriozola también se ocupó de los servicios públicos. Construcción de depósitos de agua, sistema de alumbrado, etc. Construyó escuelas públicas de la que aún se conserva el grupo escolar del Barrio de San Lorenzo.
Cuando Odriozola murió se habían remodelado las principales vías de acceso, de circulación y el futuro ensanche de Segovia quedó definido.
Pese a las esperanzas puestas en el ferrocarril y en el ejército, Segovia entra en el siglo XX como una ciudad anclada en el pasado, provinciana donde el peso del clero y el ejército se hizo sentir lo que hizo que Segovia durante la guerra civil permaneciera en el bando de derechas.
Los años cuarenta y cincuenta estuvieron marcados por la política de construcción de viviendas para obreros. En 1944 se comienza la urbanización del polígono del Peñascal y la construcción del pantano de Puente Alta. Y, a partir de 1950, la ciudad sufre nuevas obras que hacen desaparecer los arrabales del lado sur de la ciudad.
Se comienza a realizar un urbanismo pensado en la construcción de viviendas que no respeta ese legado histórico propio de Segovia. Prueba de ellos son las barriadas de Larrucea, San José Obrero o la Albuera.
No obstante, desde finales del siglo XIX, ya se empezaron a levantar voces que pretendían la conservación del patrimonio que hizo que en 1884 se declarara el Acueducto Romano como Monumento Nacional. Las declaraciones de monumentos continuaron con la declaración de la Iglesia de la Vera Cruz en 1919 y más tarde, en 1931, obtienen este reconocimiento las iglesias de la Catedral de Santa María, San Millán, San
14
Lorenzo, San Martín, San Juan de los Caballeros, el Convento de Santo Domingo de Guzmán, el Alcázar y la puerta de San Andrés.
El 12 de julio de 1941, el Ministerio de Educación Nacional declara determinados conjuntos parciales de la Ciudad de Segovia como monumentos histórico-artísticos. Así:
- Conjunto parcial de “las calles y plazas situadas a todo lo largo del Acueducto, desde la antigua calle del Campillo hasta la del Saúco.
- Conjunto parcial de “la parte vieja de la ciudad comprendida dentro del antiguo recinto amurallado”
- Conjunto parcial de “la plazuela de la iglesia del barrio de San Lorenzo
- Conjunto parcial de “las carreteras de Bodeguillas y San Idelfonso, en un radio mínimo de 300 metros a contar desde el Acueducto.
- Conjunto parcial de las vistas panorámicas de San Justo y El Salvador, así como las que se descubren desde los bellísimos miradores de la Plaza del Alcázar y de la Canaleja.
El 11 de abril de 1947, se declara Paraje Pintoresco el conjunto de alamedas y arbolado de la ciudad.
Desde entonces y a pesar de que no todas las iniciativas o actuaciones hayan sido exitosas, sí existe una conciencia ciudadana de conservar la ciudad histórica que se ha visto plasmada en los planes de urbanismo y en los planes especiales de protección.
El último escalón en esta cadena de declaraciones y reconocimientos ha sido la inclusión de la “Ciudad antigua de Segovia y su acueducto Romano” como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1985.
Y, como colofón de cuanto se ha expuesto, el presente Plan Especial de las Areas Históricas quiere ser el instrumento que permita la gestión integral de la protección del patrimonio y del paisaje, entendida no sólo como rescate de los bienes o intervención de emergencia sino como prevención de su deterioro o destrucción, por una parte y proyección a futuro de dicho rescate con el mantenimiento de los mismos.
EDAD CONTEMPORANEA
El siglo XIX se abre con la Guerra de la Independencia. Los franceses entraron en Segovia en marzo de 1808 y permanecieron en ella hasta 1813. La presencia de los franceses en España y también en Segovia supuso la caída del antiguo régimen y el ascenso de la burguesía frente a la nobleza y el clero. La guerra de la independencia unida a la crisis agraria degeneró en guerrillas y partidas que, a veces, encubrían bajo un ideal político un auténtico bandolerismo.
Durante los primeros cincuenta años del siglo XIX, en Segovia no se hace prácticamente nada a excepción de la portada de la Fábrica de la Moneda y el despeje de la plazuela del Alcazar. También puede destacarse la renovación de los pavimentos de las calles, de las mercedes del agua,
12
servicio de limpieza y la creación del cementerio aprovechando la ermita del Santo Angel de la Guarda.
Es a partir de 1850, y sobre todo de 1870, año en que entre a prestar sus servicios como arquitecto municipal Joaquín de Odriozola y Grimaud, cuando Segovia va a sufrir un cambio radical en su fisonomía. Si el proceso constructivo de Segovia se había cerrado en el siglo XVII con la ordenación de la Plaza Mayor, la historia de la Segovia contemporánea ha de iniciarse igualmente por aquélla.
Odriozola tuvo dos preocupaciones constantes: el ferrocarril y el ejército. El deseo de acercar la estación del ferrocarril a la plaza mayor dio origen a multitud de proyectos de alineación y ensanche cuyas consecuencias aún se mantienen en la actualidad.
En 1880 Odriozola redacta el proyecto de la alineación de las calle de Cronista Lecea, San Agustín, San Juan, plaza del Azoguejo, San Francisco, José Zorrilla y Estación. Este eje se llevó sólo a cabo, en 1910, en el tramo comprendido entre la Plaza y la plazuela de San Facundo, cuya iglesia fue demolida para el intento. En 1899 se proponía una variante por la calle de Infanta Isabel. Ambas alineaciones llevaron consigo la destrucción del caserío de dos de las calles más históricas, desde el punto de vista urbanístico, de la vieja ciudad y asiento tradicional del comercio, tabernas y mesones.
Un segundo proyecto, más audaz, fue el que intentó con el ensanche de la calle Real hasta la Canaleja, para el que fue necesario demoler la puerta de San Martín. Desde la Canaleja se podría bajar, de una forma cómoda, al barrio de San Millán y además era el punto de arranque de un gran viaducto de hierro que, sobrevolando el barrio, finalizaba en el Camino Nuevo, a la altura de la ermita de San Roque o de la iglesia de Santo Tomás, con una longitud de 400 o 600 metros según la propuesta elegida. La penuria del municipio y las dificultades técnicas de todo tipo lo echaron por tierra. De lo proyectado solamente llegó a realizarse el ensanche de la calle de Juan Bravo (1882), en el tramo comprendido entre la plazuela de Corpus y la iglesia de San Martín; el derribo de la puerta del mismo nombre (1883) y la actual bajada de la Canaleja (1883).
Al convertirse la plaza del Azoguejo en el nudo de los arrabales, hacia ella canalizó la circulación de la carretera de La Granja, con el consiguiente ensanche de la misma, e igualmente el acceso a la Estación no por San Francisco sino por las calles de San Clemente y de la Asunción. Este proyecto, que fue realizado, salvaguardó la integridad de la pintoresca
13
calle de San Francisco. Sin embargo la calle Real de los Arrabales o del Mercado (hoy José Zorrilla) sufrió ensanches innecesarios sin que llegara a ver plasmada su idea de levantar nuevos edificios a los lados, a modo de hoteles particulares, ni mucho menos la ordenación de una gran plaza triangular, ante la ermita del Cristo, que serviría de enlace a los ejes triangular, ante la ermita del Cristo, que serviría de enlace a los ejes Estación-Fuencisla (mediante la remodelación del Camino Nuevo, antiguo de las Charcas, inaugurado en 1785, y la apertura de la carretera de la Cuesta de los Hoyos en 1888); Estación-carretera de La Granja (con el ensanche del camino de La Maestranza, también en 1888) y Estación –nueva carretera de Madrid. La ermita y el arco de Madrid permanecían en el centro de la plaza como hitos históricos y urbanísticos.
Odriozola también se ocupó de los servicios públicos. Construcción de depósitos de agua, sistema de alumbrado, etc. Construyó escuelas públicas de la que aún se conserva el grupo escolar del Barrio de San Lorenzo.
Cuando Odriozola murió se habían remodelado las principales vías de acceso, de circulación y el futuro ensanche de Segovia quedó definido.
Pese a las esperanzas puestas en el ferrocarril y en el ejército, Segovia entra en el siglo XX como una ciudad anclada en el pasado, provinciana donde el peso del clero y el ejército se hizo sentir lo que hizo que Segovia durante la guerra civil permaneciera en el bando de derechas.
Los años cuarenta y cincuenta estuvieron marcados por la política de construcción de viviendas para obreros. En 1944 se comienza la urbanización del polígono del Peñascal y la construcción del pantano de Puente Alta. Y, a partir de 1950, la ciudad sufre nuevas obras que hacen desaparecer los arrabales del lado sur de la ciudad.
Se comienza a realizar un urbanismo pensado en la construcción de viviendas que no respeta ese legado histórico propio de Segovia. Prueba de ellos son las barriadas de Larrucea, San José Obrero o la Albuera.
No obstante, desde finales del siglo XIX, ya se empezaron a levantar voces que pretendían la conservación del patrimonio que hizo que en 1884 se declarara el Acueducto Romano como Monumento Nacional. Las declaraciones de monumentos continuaron con la declaración de la Iglesia de la Vera Cruz en 1919 y más tarde, en 1931, obtienen este reconocimiento las iglesias de la Catedral de Santa María, San Millán, San
14
Lorenzo, San Martín, San Juan de los Caballeros, el Convento de Santo Domingo de Guzmán, el Alcázar y la puerta de San Andrés.
El 12 de julio de 1941, el Ministerio de Educación Nacional declara determinados conjuntos parciales de la Ciudad de Segovia como monumentos histórico-artísticos. Así:
- Conjunto parcial de “las calles y plazas situadas a todo lo largo del Acueducto, desde la antigua calle del Campillo hasta la del Saúco.
- Conjunto parcial de “la parte vieja de la ciudad comprendida dentro del antiguo recinto amurallado”
- Conjunto parcial de “la plazuela de la iglesia del barrio de San Lorenzo
- Conjunto parcial de “las carreteras de Bodeguillas y San Idelfonso, en un radio mínimo de 300 metros a contar desde el Acueducto.
- Conjunto parcial de las vistas panorámicas de San Justo y El Salvador, así como las que se descubren desde los bellísimos miradores de la Plaza del Alcázar y de la Canaleja.
El 11 de abril de 1947, se declara Paraje Pintoresco el conjunto de alamedas y arbolado de la ciudad.
Desde entonces y a pesar de que no todas las iniciativas o actuaciones hayan sido exitosas, sí existe una conciencia ciudadana de conservar la ciudad histórica que se ha visto plasmada en los planes de urbanismo y en los planes especiales de protección.
El último escalón en esta cadena de declaraciones y reconocimientos ha sido la inclusión de la “Ciudad antigua de Segovia y su acueducto Romano” como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1985.
Y, como colofón de cuanto se ha expuesto, el presente Plan Especial de las Areas Históricas quiere ser el instrumento que permita la gestión integral de la protección del patrimonio y del paisaje, entendida no sólo como rescate de los bienes o intervención de emergencia sino como prevención de su deterioro o destrucción, por una parte y proyección a futuro de dicho rescate con el mantenimiento de los mismos.