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BERNUY DE COCA: HISTORIA DE LA PROVINCIA...

HISTORIA DE LA PROVINCIA
SIGLO XV
Durante el siglo XIV, Segovia se vio sometida con frecuencia a las luchas intestinas protagonizadas por la nobleza local por intereses políticos. Las revueltas iniciadas durante la minoría de edad de Alfonso XI se reanudaron a su muerte, acaecida en 1350, entre los partidarios de su hijo don Pedro y los del bastardo don Enrique. El asesinato de don Pedro el Cruel en Montiel, en 1369 supuso el fin de las banderías y la entronización de la Casa de Trastamara, de felices consecuencias para la ciudad.
Los Trastamara sintieron un especial afecto por Segovia y residieron grandes temporadas en el Alcázar.
En 1425 nace el príncipe D. Enrique a quien su padre le concedió la ciudad en señorío en 1440. El cariño de D. Enrique hacia Segovia se materializó en los edificios que sufragó y que hicieron de la ciudad durante aquellos años el centro del mudéjar en Castilla.
El siglo se cierra con el reinado de los Reyes Católicos. El 13 de diciembre de 1474 en el atrio de la iglesia de San Miguel, la princesa Isabel era proclamada Reina de Castilla.
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A mediados del siglo XV, Segovia ofrecía una imagen medieval perfecta. En sus calles convivían cristianos, judíos y musulmanes.
De los musulmanes tenemos pocas noticias documentales pero su importancia se deja ver en la arquitectura románica (techumbre de San Millán o cubrición de la Vera Cruz) y en la decoración en blanco y rojo de los zócalos de las casas de las Canonjías.
De las pocas referencias que existen se desprende que vivieron cerca del Alcazar.
Los judíos tuvieron mayor peso en la vida de la ciudad y se guarda mucha documentación al respecto. Vivieron integrados en la comunidad y no es hasta el Decreto de los Reyes Católicos cuando fueron encerrados en un gueto: la judería.
La judería se extiende por el lado sur, entre la antigua Sinagoga Mayor (hoy, iglesia de Corpus Christi) y la Canongía, dentro de un área que está perfectamente delimitada en un documento publicado por Fita.
La aljama hebrea de Segovia, muy importante en vísperas de la expulsión, llegó a tener cinco sinagogas.
El casco amurallado era el centro del poder, asiento de la nobleza y del estado eclesiástico. La actividad comercial se repartía por igual entre la ciudad y el arrabal. El Azogue Mayor y el Azoguejo son los mercados diarios. Aquel se estableció en la parroquia de San Miguel, reforzado por la concesión de un mercado semanal en la Plaza de San Miguel o Mayor, como empieza a denominarse en 1448.
San Andrés va perdiendo la importancia que tuvo como centro comercial. San Esteban localiza su actividad en la calle Escuderos y en el Vallejo donde están el horno y las carnicerías del cabildo. San Martín se configura como un importante eje comercial: la calle real. El resto de parroquias desde San Facundo a San Pablo, se llenan de palacios y torres fuertes.
El arrabal de la Puente Castellana inicia su despoblación a favor de los arrabales del sur cuyo centro es el Azoguejo, mercado diario de los arrabaleros de San Lorenzo, San Clemente, San justo, San Salvador, Santa Columba, Santa Eulalia, San Millán y Santo Tomás.
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Las iglesias parroquiales se alzan en el centro de las plazuelas y están dotadas de caños públicos para abastecer de agua. El más importante es el de Santa Eulalia.
La actividad de los vecinos configuró barrios y parroquias. San Lorenzo se dedica a la huerta que llegan hasta las murallas de Segovia y a los arrabales de San Justo y San Salvador. El Acueducto separa éstos de Santa Eulalia y Santa Columba. En ésta se encuentra el azoguejo del que arranca la calle de San Francisco, de muerte y vida y del Mercado.
El arroyo Clamores atravesaba las parroquias de Santa Eulalia y San Clemente. Le cruzaban puentes el más famoso es el llamado “pontesilla del Berrocal” popularmente después, de la Muerte y de la Vida. En este puente se iniciaba la calle Real del Arrabal, conocida en su último tramo como calle Real del Mercado ya en la parroquia de Santo Tomás y finalizaba en la Dehesa y caminos hacia Hontoria y Madrid.
La calle del Mercado dio nombre a un barrio en cuyas lindes se levantó la ermita de la Cruz. Este era el mercado que servía de recinto ferial y completaba el semanal de la Plaza y los diarios del Azogue Mayor y Chico.
La parroquia de San Millán presentaba un variado entramado de oficios. Era barrio de alfareros, tejeros y areneros que extraían la materia prima de las minas existentes por encima de la ermita de San Roque (actuales jardines del miso nombre) y en las laderas del cerro de la Piedad, donde se erigió una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de la Piedad. Situada aguas abajo del arroyo Clamores, éste regaba huertas como la famosa del Moro.
Finalmente, la morería establecida dentro de las murallas junto a la Puerta de San Martín hasta mediados del siglo XV, se asentó a los pies de ésta, en el barrio conocido por Morería Vieja, actual calle del Carmen.
En cuanto al arte, el mudéjar es el estilo de la corte de Enrique IV como el gótico lo será de los Reyes Católicos.
Al rey Enrique IV se debe la restauración de la fábrica de moneda que desde hacía siglos se encontraba al final del Acueducto, en la parroquia de San Sebastián. Pero lo que le ha hecho pasar a la Historia han sido las reformas del Alcázar y tres excelentes edificios: la casa de campo, después convento de San Antonio el Real; el monasterio de El Parral y el Palacio Real de San Martín.
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En una familia segoviana, la de Arias Dávila, se resume y condensa todo el proceso cultural de la Segovia de fines del XV. El mudéjar, el gótico y la entrada del Renacimiento están unidos a las figuras de Diego Arias y de su hijo Juan, obispo de Segovia, hombre de extraordinaria cultura que se pone de manifiesto en la biblioteca que regaló a la catedral y en la instalación de la primera imprenta que funcionó en España.
La introducción de la imprenta es un hecho trascendente en la historia de la cultura española, como lo fue, desde el punto de vista local, el terno que regaló a la catedral, primera y temprana muestra del Renacimiento en Segovia.
Juan Arias gastó generosamente su dinero en obras en la antigua catedral. Unida a Juan Arias está la personalidad de Juan Guas a quien el Marqués de Lozoya atribuye la torre de Juan II en el Alcázar y la casa de los picos.