Cuando hacia finales de 1926 o primeros de 1927 Antonio
Machado encuentra a Pilar de Valderrama en
Segovia, ambos distaban
de imaginar que aquel breve instante marcaría el comienzo de
una estrecha relación en la que el poeta, acostumbrado a sentir
hondo, iba a verse obligado a aliviar su sentir mediante el recurso
del verso. Si una mujer, Leonor, su esposa, había protagonizado
un fugaz, etéreo y ensoñado cancionero amoroso, otra mujer, Guio--
mar, de la que durante algunos arios se desconocería
... (ver texto completo)