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SALAMANCA: En otros tiempos las palomas y pichones constituían...

En otros tiempos las palomas y pichones constituían una fuente de proteínas para la población. Las casas de los más ricos disponían de palomares; construcciones en ladrillo o piedra con tejado, con numerosas celdas a modo de casillero que servían a estas aves para construir sus nidos. Los propietarios accedían por una única puerta y las aves a través de agujeros practicados en la parte superior de la construcción permitiéndoles su salida para alimentarse y entrada en busca de refugio.
Las palomas, durante el día, hacían su vida prácticamente fuera del palomar a donde regresaban para dormir y poner huevos, incubando estos últimos cuando los humanos lo permitían. Sus nidos siempre protegidos de las inclemencias y de otros depredadores.
Los humanos disponían de alimento abundante y barato. La carne y huevos, nunca faltaban. Con sus plumas rellenaban cojines, hacían adornos o dedicaban a otros menesteres. Con sus excrementos se abonaban las tierras y favorecían las cosechas. A pesar de todo, las palomas siempre estaban cerca de los hombres y por todos los lugares existían palomares. En algunos lugares de la Meseta y otros, aún permanecen en pie estas rústicas construcciones, pero sin utilidad alguna, salvo recordar un tiempo y adornar el paisaje.
Esta cercanía aún continúa, aunque ahora los humanos ya no necesitan de ellas como fuente de proteínas; en la actualidad se han convertido en un inconveniente. En algunos lugares se han convertido en una plaga que ensucia y deteriora.
Las ciudades están llenas de ellas: parques y tejados son sus lugares preferidos, si se trata de iglesias, catedrales y otros grandes caserones históricos parecen el lugar ideal. Los habitantes de la ciudad les dan comida y las autoridades se preocupan por el deterioro que causan con la acidez de sus excrementos en los monumentos, que ha llevado a criar halcones para ahuyentar a estos animales. Las comunidades de vecinos ven como sus tejados, canalones, ventanas y balcones son ensuciados y ponen en tejados halcones de pega que las alejen.
La cercanía a los humanos les lleva, como se puede apreciar en la fotografía, a que críen a su prole en una simple maceta, sobre la tierra yerma de la misma y sin necesidad de hacer nido. Es el segundo año que ponen y crían en la misma; lo hacen con la misma indiferencia que los hacían en los antiguos palomares, con la ventaja de que nadie les roba los huevos.


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