En la
Catedral Vieja.
En el cascarón del
retablo Mayor, en cuyo centro destaca sobre la oscuridad terrible y fulminante el Juez supremo, alrededor los ángeles sonando las trompetas con
letreros que salen de sus bocas, los bienaventurados a la derecha vestidos de blanco, a la izquierda los réprobos empujados al abismo por horrendos demonios. La pintura muestra una gran rudeza del Juicio Final.
Consta que la hizo en 1446 Nicolás Florentino, de orden del obispo don Sancho de Castilla.