Alguien acaba de decir por ahí, con la mejor intención, que sus escritos van a ser breves, claros y concisos. ¡Enhorabuena!. Y que las grandes parrafadas no llevan a ningún sitio. ¡Bravo!. De entrada, sólo una apostilla: En aplicación de estos principios, la obra magna de la literatura española por excelencia, es decir, "El Quijote", traducida a todos los idiomas del mundo civilizado, según tal criterio, es una auténtica estupidez de más de mil páginas ya que, para definirlo, habría bastado decir algo parecido a esto: un viejo iluminado y medio loco nacido en un lugar de la Mancha, creyéndose un elegido de los dioses capaz de "desfacer entuertos" por doquier, salió un día de su pueblo acompañado de un campesino analfabeto llamado Sancho con el fin de, entre ambos, compartir aventuras y sucesos para arreglar el mundo cabalgando un esquelético caballo y un asno como todo bagaje; y con semejante equipamiento, apostura e ilusas suposiciones, como no podía ser menos, fueron objeto de risas y chirigotas por parte de los lugareños de cada poblado, posada o aldea que visitaban al pretender convencerles de que eran el honor, la justicia y la sabiduría. Tres años después de penosas y lógicas vicisitudes regresaron al lugar de origen desengañados, pobres, cargados de bofetadas, de miserias, de harapos y hasta faltos de salud.
No sé si esto, además de considerarse breve, claro y conciso, o de parrafada corta que no lleva a ningún sitio, pudiera resultar también sucinto, resumido, escueto, sobrio, compendioso, sintético, condensado, y... ¡propio de un tontorrón!. Admito el "mea culpa".
No sé si esto, además de considerarse breve, claro y conciso, o de parrafada corta que no lleva a ningún sitio, pudiera resultar también sucinto, resumido, escueto, sobrio, compendioso, sintético, condensado, y... ¡propio de un tontorrón!. Admito el "mea culpa".