Entre los lectores de los mil mensajes aquí publicados, seguramente más de alguno, particularmente si no es oriundo del lugar, habrá "rumiado" para sus adentros esta pregunta: ¿es posible que en este pueblo, llamado Poveda de las Cintas, todo o casi todo, es de color de rosa?. No es mala pregunta, y además, tendrá alguna razón para pensar así. Efectivamente, no todo es de color rosa sino que, merced a a la excelente materia prima povedana y a la sorda labor de unos pocos muy amantes de su pueblo, han proporcionado color "sonrrosado" a las personas y sus circunstancias que pudieran carecer de tales atributos. Sin duda alguna, estos beneméritos cantores de los valores de su pueblo han encontrado en él un filón inagotable de sólidas y suculentas respuestas que ahí están.
Por supuesto, no es menos cierto también que, hay, y sobre todo ha habido, luces y sombras aunque ganen las primeras por goleada. Hace ya algún tiempo que yo me topé con una de estas últimas, obviamente una sola, en forma de persona que, fiel a la tradición de sus ancestros, no admite o dificilmente digiere, que otros hijos del mismo pueblo no incluídos en la lista de los distinguidos que obviamente los de su tribu confeccionan de facto, puedan alcanzar méritos y honores que a él se le resisten o, mejor dicho, le "repatea" que otros lo consigan. No lo concibe. Es tan negativa su labor, que más le valdría residir a cien leguas del lugar donde se cree que le pertenece por derecho propio impartiendo consignas, mofas y befas muy características de las de su clan, afortunadamente hoy extinguido o a punto de extinguirse. Los inteligentes povedanos no precisan de más explicaciones para entendernos. Y en Poveda, afortunadamente abundan los que saben leer entre líneas, a Dios gracias. Dejaremos para otro día ser más explícitos.
Salutem pluriman.
Por supuesto, no es menos cierto también que, hay, y sobre todo ha habido, luces y sombras aunque ganen las primeras por goleada. Hace ya algún tiempo que yo me topé con una de estas últimas, obviamente una sola, en forma de persona que, fiel a la tradición de sus ancestros, no admite o dificilmente digiere, que otros hijos del mismo pueblo no incluídos en la lista de los distinguidos que obviamente los de su tribu confeccionan de facto, puedan alcanzar méritos y honores que a él se le resisten o, mejor dicho, le "repatea" que otros lo consigan. No lo concibe. Es tan negativa su labor, que más le valdría residir a cien leguas del lugar donde se cree que le pertenece por derecho propio impartiendo consignas, mofas y befas muy características de las de su clan, afortunadamente hoy extinguido o a punto de extinguirse. Los inteligentes povedanos no precisan de más explicaciones para entendernos. Y en Poveda, afortunadamente abundan los que saben leer entre líneas, a Dios gracias. Dejaremos para otro día ser más explícitos.
Salutem pluriman.
No es una respuesta, sino una continuación. Si en nuestro pueblo hubiera existido orégano suficiente, es decir, las oportunidades necesarias para que cada cual hubiera podido desarrollar sus facultades y con el uso de ellas ganarse la vida con dignidad, a buen seguro que el fenómeno de la sangría migratoria hacia otros lugares no se habría producido. Y asimismo, que a estas alturaas del siglo XXI su población sería el triple, no de la población actual, sino de la de hace cincuenta años que ya era triple de la de hoy.
Se podría argumentar que el referido fenómeno migratorio con carácter masivo ha afectado por igual a todas las entidades de población rural ubicadas en la meseta castellana, similares en clima y suelo a las de nuestro pueblo, y que, por ello, no cabe responsabilizar a nadie de este movimiento migratorio que tanto ha transformado la geografía económica de nuestro país, contribuyendo a hacer más ricas a las regiones que ya lo eran, y más pobres a las que ya sufrían la pobreza. Pero, como en casi todas las circunstancias de la vida, se perjudicaron miles de ciudadanos, ciertamente, con tal situación, teniendo que abrirse camino en tierras desconocidas, mientras que otros, no todas, sino las de siempre..., ésas continuaron subidas en la burra y no se apearon de ella.
Se podría argumentar que el referido fenómeno migratorio con carácter masivo ha afectado por igual a todas las entidades de población rural ubicadas en la meseta castellana, similares en clima y suelo a las de nuestro pueblo, y que, por ello, no cabe responsabilizar a nadie de este movimiento migratorio que tanto ha transformado la geografía económica de nuestro país, contribuyendo a hacer más ricas a las regiones que ya lo eran, y más pobres a las que ya sufrían la pobreza. Pero, como en casi todas las circunstancias de la vida, se perjudicaron miles de ciudadanos, ciertamente, con tal situación, teniendo que abrirse camino en tierras desconocidas, mientras que otros, no todas, sino las de siempre..., ésas continuaron subidas en la burra y no se apearon de ella.
¿Dónde se quedó el "orégano"?. Fácilmente cabe colegir dónde. El poco que había, traducido en una economía basada en un agro de monocultivo cerealista característico en cualquier pueblo de la meseta castellano-leonesa, como en tantos otros, su producto se reducía al que salía de una agricultura rudimentaria de arado romano, y todas las demás labores hasta completar el ciclo de la reproducción, a base de braceros con salarios de simple sustento tercermundista. El resto, la plusvalía, para el terrateniente. Por si faltara algo que añadir al drama de la subsistencia, la tierra era propiedad de unos pocos que, obviamente, imponían de facto la cuantía de los salarios de manera "inmisericorde" por cuanto esos pocos, tenían en sus manos el monopolio de la ley de la oferta y la demanda del trabajo y su remuneración. Si la proporción entre terratenientes y "los sin tierra", estaba en la cuantía de veinte a uno, sobrado es decir el resultado: los otros diecinueve, a Bilbao, a Barcelona, a Alemania, a donde fuere. La veda se abrió en cuanto se tuvo noticia de que en otros pagos lejanos no existía el monocultivo y que, como contrapartida, el precio del salario no lo marcaban los que tenían que pagarlo.