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POVEDA DE LAS CINTAS: EL DÍA DE LOS SANTOS Y DE DIFUNTOS EN NUESTRA TIERRA....

EL DÍA DE LOS SANTOS Y DE DIFUNTOS EN NUESTRA TIERRA.

Día triste por excelencia éste de los Santos Difuntos (otros, contrariamente, dicen que es de alegría), por cuanto en él se rememora el amor y el recuerdo a los seres más queridos que en su día nos dejaron para no volver jamás. ¿Quien no siente en esta efemérides la pérdida de aquella madre, de aquel hermano, el de su amigo, el de su esposa o el de su novia, o el de cualesquiera otra persona que con su cariño, afecto y presencia llenaba nuestra vida de alegría y de ganas de vivirla compartiendo cuanto de bueno o malo nos depara la Providencia?. Y se fueron sin que nadie lo esperara y menos aún lo deseara. Triste sino el de todos los humanos.

La entrada en cualquier cementerio un día cualquiera, pero muy especialmente en el de hoy, nos impone un respeto reverencial al contemplar los testimonios reflejados en lápidas y cruces de tantas almas que en el más profundo de los silencios parece que nos estén diciendo y advirtiendo lo efímero de esta vida para los que aún la disfrutamos.

El desfile procesional hacia los "Camposantos" que así también se denominan, el 1º de noviembre de cada año, día de todos los Santos, decisión de miles de personas portando ramos de flores que con esmero serán colocadas sobre la tumba de los seres queridos, es el resultado de la crencia más arraigada en los católicos, fenómeno social propio de lo más profundo de nuestras conciencias cristianas. Todas las sepulturas se encuentran presididas, con más o menos esmero, por el símbolo de la Cruz, sagrada imitación de la en que fue crudificado El Salvador. Y en el día de hoy, sobre la misma o al lado, el testimoni de las flores. Todo esto a mí me infunde un profundo respeto.

"Guadalajara", desde su ciudad mejicana del mismo nombre, nos describe las costumbres con las que en su patria se honra a los difuntos. Es tan parejo a las españolas que, en el fondo, vienen a ser lo mismo: profundo amor y respeto a "sus" muertos. En definitiva, su fé es la misma que la nuestra. Yo creo que este amor sobrenatural hacia los fallecidos lleva implícito un tanto el pesar de no haber hecho por ellos en vida cuanto estuvo en nuestra mano; amor que es patrimonio común de toda la humanidad. En Turquía, por ejemplo, e imagino que en todos los países del Islam, el depósito del cadáver se hace siempre orientado hacia La Meca, "su" Jerusalem.

He querido hoy ilustrar este modesto mensaje en su encabezamiento con la estampa de un viejo molino povedano, olvidado y abandonado, perdido en las llanuras de un pueblo de horizontes abiertos como el paisaje que le rodea, privilegio de la campiña que tanto recuerdos nos trae de una infancia feliz,... y algunos desengaños de la adolescencia.

Como no quiero finalizar esta mensaje con ese poso de tristeza que parece enolver este día de Todos los Santos, les voy a recordar aquí, con un poco de humor, el que dejó el célebre cómico americano Carl Markx, quien sobre la lápida que cerraba su tumba dejó ordenado previamente a su muerte que se inscribiera el siguiente epitafio: "Perdonen que no me levante a saludarles".

Saludos povedanos de Efe.