... Y POR ELLO, TIENE UN PRECIO Y UN LÍMITE.
La virtud de lo que la misma significa como símbolo social reconocido como virtud, el haberla conseguido mediante el fiel cumplimiento de toda una serie de actos y deberes que la caracterizan donde desarrollas tu vida, todos sabemos que exige el esfuerzo continuado de determinado comportamiento que comúnmente es calificado como idóneo para merecerla ante los demás a lo largo de toda una vida. Día a día, nos esforzamos a tal fin mientras que un sólo fallo puede echar por tierra tan preciado tesoro. Los que no hemos tenido precisamente la suerte de un camino de rosas, sino más bien lo contrario, y además en nuestro ciclo vital, transcurridos ya más de dos tercios del mismo manteniendo la dignidad con el sacrificio y el esfuerzo continuado que significa, quien pretenda ahora ponérnosla en tela de juicio sin más fundamento que el de sus caprichosas elucubraciones y sus maldades, es lógico que merezca nuestra más profunda repulsa.
Dicho lo que precede y las demás circunstancias que concurren en el caso que nos ocupa, por añadidura conocido de todos los que leen esta página, es posible que pudiera cuestionarse si procede o no responder a quien ha puesto de "chupa dómine" la dignidad de otro, quizá por el delito de ser acreedor a lo que a ese otro le honra y a él le falta; el personaje en cuestión podría haberse tomado la molestia de leer el testimonio documental que consta en los archivos del Ayuntamiento de mi pueblo, que a la vez es el suyo. Y además, ha tachado de burlas y chanzas como se evidencia en la serie de las consignadas por escrito en este mismo lugar donde todo el mundo puede leerlo. En virtud de todo ello, entiendo que es merecedor de no enmendarse, a lo que corresponda.
La virtud de lo que la misma significa como símbolo social reconocido como virtud, el haberla conseguido mediante el fiel cumplimiento de toda una serie de actos y deberes que la caracterizan donde desarrollas tu vida, todos sabemos que exige el esfuerzo continuado de determinado comportamiento que comúnmente es calificado como idóneo para merecerla ante los demás a lo largo de toda una vida. Día a día, nos esforzamos a tal fin mientras que un sólo fallo puede echar por tierra tan preciado tesoro. Los que no hemos tenido precisamente la suerte de un camino de rosas, sino más bien lo contrario, y además en nuestro ciclo vital, transcurridos ya más de dos tercios del mismo manteniendo la dignidad con el sacrificio y el esfuerzo continuado que significa, quien pretenda ahora ponérnosla en tela de juicio sin más fundamento que el de sus caprichosas elucubraciones y sus maldades, es lógico que merezca nuestra más profunda repulsa.
Dicho lo que precede y las demás circunstancias que concurren en el caso que nos ocupa, por añadidura conocido de todos los que leen esta página, es posible que pudiera cuestionarse si procede o no responder a quien ha puesto de "chupa dómine" la dignidad de otro, quizá por el delito de ser acreedor a lo que a ese otro le honra y a él le falta; el personaje en cuestión podría haberse tomado la molestia de leer el testimonio documental que consta en los archivos del Ayuntamiento de mi pueblo, que a la vez es el suyo. Y además, ha tachado de burlas y chanzas como se evidencia en la serie de las consignadas por escrito en este mismo lugar donde todo el mundo puede leerlo. En virtud de todo ello, entiendo que es merecedor de no enmendarse, a lo que corresponda.