La historia local povedana también puede contarse a través de las acacias que en el casco urbano existían.
¿Es posible que un par de arbustos de esta especie, o aunque fueran tres, o cuatro, incluso media docena como máximo el total de las que existían en el casco urbano de nuestro pequeño pueblo, haya dado lugar a toda una polémica, ciertamente pacífica pero prolífica también, relacionada con su existencia y sus particularidades, y sobre todo, en cuanto a sus circunstancias y el lugar exacto de su ubicación?. Si a todo ello añadimos, desde lo que yo recuerdo, que apenas daban sombra, cuando la daban, a poco más de un par de perros cada una, se me antoja llegar a la conclusión de que, la nimiedad del tema y la de su incidencia en la vida local no merece la pena de más de un par de líneas como comentario, salvo que elevemos la cuestión como símbolo a la escasa predisposición que nos caracteriza en cuanto al olvido de la repoblación forestal dados los cientos o miles de hectáreas disponibles para la misma, y las consecuencias de su olvido: la desforestación general de nuestro país, que éste si que es un hecho motivo de preocupación. Otra cosa es que, el hecho de la acacia a la puerta de la casa de Jilín cuya existencia dudo su continúa, dio lugar en mis años a una pequeña historia curiosa, y ésta es la razón por la que me he acordado de ella de forma muy singular a la que más adelante me referiré... ¡si me lo permiten!.
¿Es posible que un par de arbustos de esta especie, o aunque fueran tres, o cuatro, incluso media docena como máximo el total de las que existían en el casco urbano de nuestro pequeño pueblo, haya dado lugar a toda una polémica, ciertamente pacífica pero prolífica también, relacionada con su existencia y sus particularidades, y sobre todo, en cuanto a sus circunstancias y el lugar exacto de su ubicación?. Si a todo ello añadimos, desde lo que yo recuerdo, que apenas daban sombra, cuando la daban, a poco más de un par de perros cada una, se me antoja llegar a la conclusión de que, la nimiedad del tema y la de su incidencia en la vida local no merece la pena de más de un par de líneas como comentario, salvo que elevemos la cuestión como símbolo a la escasa predisposición que nos caracteriza en cuanto al olvido de la repoblación forestal dados los cientos o miles de hectáreas disponibles para la misma, y las consecuencias de su olvido: la desforestación general de nuestro país, que éste si que es un hecho motivo de preocupación. Otra cosa es que, el hecho de la acacia a la puerta de la casa de Jilín cuya existencia dudo su continúa, dio lugar en mis años a una pequeña historia curiosa, y ésta es la razón por la que me he acordado de ella de forma muy singular a la que más adelante me referiré... ¡si me lo permiten!.