Ofertas de luz y gas

POVEDA DE LAS CINTAS: El pasado día 3 de julio último, nuestro buen amigo...

El pasado día 3 de julio último, nuestro buen amigo Lupi nos recordaba, particularmente a los povedanos que lo vivimos, la coincidencia en esa misma fecha, pero referida al año 1962, es decir, a la de cincuenta y dos años atrás, un hecho trascendental para nuestro pueblo. Ese 3 de julio de 1962, domingo por más señas y fiesta de guardar triste para lo que aquí nos trae el recordarla, obviamente por su coincidencia con la del inicio de una catástrofe, a partir de, más o menos, las dos de la tarde de aquel día, el de la desgracia económica de mayor trascendencia histórica local, cual fue el de "la pedrea", singularizada en este caso por cuanto a partir de la misma, efectivamente, dio lugar a una nueva era de carácter económico y a su incidencia negativa en la vida social de la localidad en varios sentidos. El fenómeno atmosférico que dio lugar a todo ello se caracterizó por la incidencia de aquella terrible tormenta que asoló el campo al ir acompañada de un pedrisco demoledor acompañado de gran aparato eléctrico, la cual arrasó la totalidad de la producción cerealista de todo un año dejando baldíos los campos que la sustentaban pues ni una sóla hectarea quedó liberada de la catástrofe meteorológica en todo el término municipal.

La cosecha, única fuente de riqueza en la localidad povedana por aquel entonces, que comprendía la de todo un año en su punto álgido previo al de la recolección, sin que quedara una sola hectárea libre de su azote, y por ello, propiciando toda una serie de circunstancias negativas, ni una sola familia se libró de encontrarse afectada en sus ingresos de alguna manera. Los jornales de la recolección eran los más sustanciosos del año y se habían perdido, mientras que, los que podían pagarlos se encontraban sin medios suficientes para las gentes con medios económicos más débiles. La cosecha en cuestión, económicamente hablando, lo era todo a lo largo del año. Entonces no existían las subvenciones agrícolas que ahora se prodigan ni tampoco era normal el que se encontraran aseguradas. A partir de entonces, lentamente al principio pero intensamente después, se inició la diáspora povedana sin retorno a tierras del Norte, de Asturias, de Cataluña ó de Madrid. Todo un éxodo que aceleró la disminución de la población y la de su economía a lo largo de los años siguientes durante dos décadas consecutivas mermando la población en más de dos tercios, sin que hasta la presente se haya recuperado. Ni tampoco los síntomas apuntan a que la situación cambie.

Aunque indudablemente habrán concurrido otras circunstancias posteriores a la del año de la pedrea, como son las de la aportunidad de encontrar mejores medios de vida en otras tierras, no por ello hay que olvidar esa triste fecha de un 3 de julio de 1962 que marcó el principio de la emigración.