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POVEDA DE LAS CINTAS: ... ¡Y PUEBLO VIEJO!...

... ¡Y PUEBLO VIEJO!

Suponemos, pues nadie ha aportado hasta aquí, que sepamos, datos fidedignos en los que conste cualquier indicio que permita suponer la existencia de unos pobladores iniciales de ese trozo de tierra que hoy ocupan los vecinos de Poveda de las Cintas, acompañada de alguna prueba de tal hecho que tal vez pudiera darnos fé de la existencia de nuestro pueblo y sus orígenes. Ni entonces, ni tampoco ahora, hemos tenido la suerte de contar con la aportación de algún historiador o de cualesquiera otro bien informado y documentado que nos ilustrara en tal sentido.

El modesto arroyo que refresca sus orillas como lo es el que hoy se denomina río Poveda según los mapas geográficos, es indicio más que probable de que sirviera en otros tiempos para suministrar el agua necesaria indispensable en cualquier asentamiento de población. Entonces y ahora, el agua sigue siendo líquido vital desde los tiempos más remotos para que hubiera vida en el lugar donde hoy se asienta el caserío, y al propio tiempo, el de también los animales domésticos, tan necesarios como imprescindibles, entonces y ahora, para la subsistencia. Por eso, creemos en la posibilidad de sus lejanos orígenes.

Si aún a mediados de los años cincuenta-sesenta, los que entonces éramos niños pudimos comprobar como en este pequeñeo rio se pescaban aquellos peces que denominábamos, no sé si con acierto, magníficas tencas comestibles, formidables cangrejos, incluso anguilas y alguna otra especie, fácil es llegar a la conclusión de que, dado que los asentamientos de población disponían asimismo de otros medios de susbsistencia, ello es indicio probable de que en nuestro pequeño Poveda hubo pobladores desde tiempo inmemorial.

Sirva el presente para invitar a cualesquiera de los povedanos que sabemos que los hay, a fin de que nos aporten cualquier dato informativo relacionado con los principios de nuestro pueblo. Por de pronto, es significativo que el caseío actual se encuentre asentado sobre un cerro que domina visiblemente todo el término, y ello es signo de que las alturaas no se buscaban en balde. y particularmente, lo es también ese arroyo de aguas cristalinas que en su día era cauce suficiente hasta para regar en abundancia los prados que daban pasto a centenares de animales, incluso mover las ruedas del molino más airoso y elegante de la comarca. Hoy,! lástima!, triste lecho mustio y seco. La explotación industrial de remolacha y patatas con sus sondeos, lo exterminó.

Un povedano.