¡Esto está que echa humo!. Al EFE ése, que se le ocurrió un día, algo así como hace un mes, más o menos, invitar a ese otro que por aquí aparece arrogándose eso de que "No se llama Gardel", para que "cantara" en el Foro, yo creo que metió la pata porque... ¡vaya si cantó!, ¡hasta la "intemerata!". De entrada, lo de que no se llama Gardel, es para despistar, porque de esa forma reparte mandobles a diestro y siniestro y a ver en qué registro consta un tal "Yo no me llamo Gardel", que ya son ganas de "coña", para exigirle las responsabilidades pertinentes. El argentino aquél que cantaba los tangos, de nombre Carlos y del mismo apellido que éste del chiste, al parecer murió hace ya un siglo allá en la Argentina, es decir, que diciendo que "NO", en realidad ha dicho que "SI", y de este forma ha usurpado la personalidad artística del susodicho con intenciones espúreas. Pues bien, decía que ésto echaba humo porque nuestro "gardelito" se tomó tan a pecho la invitación que en tan sólo treinta días nos ha "arreado" más de cuarenta intervenciones, ciertamente algunas de ellas variopintas, laboriosas y hasta muy muy enjundiosas, por lo que, en principio yo le pondría una sanción que consistiera, por orden del Sr. Alcalde, a que, en la víspera de las Fiesta de la Virgen del Rosario, al pie de la luminaria del día de la víspera, cada octubre quedara condenado a cantar ante el público cuando menos tres de los tangos más famosos del artista fallecido, en compensación de haber usurpado su personalidad, ya que, aunque dice que "NO" en el fondo es que "SI".
Por necesidades de programación, la segunda parte relacionada con el comentario de tan numerosas como prolíficas intervenciones, algunas de ellas portadoras de auténticos cuestiones dignas de ser estudiadas y comentadas, tanto el Macario como el Olegario consideran que han de dejarse para la próxima ocasión. El espectáculo propiciado por el tal "Yo no me llamo Gardel", es merecedor de tan magnánima atención.
¡Buenas noches!.
Por necesidades de programación, la segunda parte relacionada con el comentario de tan numerosas como prolíficas intervenciones, algunas de ellas portadoras de auténticos cuestiones dignas de ser estudiadas y comentadas, tanto el Macario como el Olegario consideran que han de dejarse para la próxima ocasión. El espectáculo propiciado por el tal "Yo no me llamo Gardel", es merecedor de tan magnánima atención.
¡Buenas noches!.