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POVEDA DE LAS CINTAS: ... Y SU POSIBLE REPERCUSIÓN EN LAS PROPIEDADES AGRARIAS,...

... Y SU POSIBLE REPERCUSIÓN EN LAS PROPIEDADES AGRARIAS, TAMBIÉN EN LAS DE POVEDA DE LAS CINTAS.

Decíamos en este mismo lugar que "los que tuvieron "pasta" en aquella época (sobre los añoa 1850 y s. s., más o menos), circunstancia ésta que, como en tantos otros casos, sería la que pudo dar lugar a la compra de esas seis fincas y una más", para referirnos a las adquiridas por el abuelo de la abuela de D. Antonio García-Galán y Pérez, como comprador. Y decíamos también que al finalizar el antiguo Régimen, aproximadamente el 80 por ciento de la tierra era propiedad de las "manos muertas", y que éstas que se concentraban especialmente en el antiguo Reino de León, Andalucía, Castilla la Nueva y Extremadura. En este estado de cosas, la Iglesia percibía en sus propiedades, diezmos, primicias y otros derechos señoriales, situación que fue criticada por algunos escritores de los siglos XVI y XVII, considerándolo responsable de la decadencia de la agricultura española. Pero las críticas no se generalizaron hasta el siglo XVIII, cuando el crecimiento demográfico y el aumento de las rentas procedentes de la tierra por encima del índice general de precios hicieron más evidente la necesidad de una reforma agraria que permitieses el acceso a la propiedad a los campesinos sin tierra y diese la oportunidad a la burguesía de invertir en la agricultura. Parece oportuno señalar que en 1805, la Santa Sede concedió permiso para desamortizar bienes eclesiásticos por un valor de hasta 6.400.000 reales de renta, pero todas estas medidas tuvieron escaso alcance práctico y no beneficiaron al campesinado pues muchas de las tierras desamortizadas fueron adquiridas por terratenientes. Era evidente, por tanto, la desproporción entre las posibilidades que ofrecía la desamortización y los resultados conseguidos. La desamortización representaba la mejor oportunidad para una restructuración de la propiedad de la tierra que diera acceso a ella al campesinado, pero lo que sonsiguió fue aumentar el latifundismo, pues la burguesía urbana, los terratenientes y la aristocracia, aprovechándose de una forma de pago tan beneficiosa para ellos, adquirieron grandes lotes de estas tierras.

A la conclusión que yo quería llegar, por supuesto basándome en informaciones incompletas y también con lagunas documentales, es a la de que, dicho lo que precede, en nuestro pueblo, habida cuenta que el ochenta por cienta de la totalidad del término municipal, aún en el año 1950, era propiedad de media docoena de familias, ya podemos hacernos una idea bastante aproximada de cómo se llegó a esta situación. Y como contrasentido, la pobreza de nuestra pequeña Iglesia Parroquial. Cualquier reforma de la edificación que la acoge ha de sufragarse con las aportaciones de todos los vecinos, sin distinción entre terratenientes y los que han trabajado para ellos.