... Y LOS ACTUALES DEL VERANO EN NUESTRO PUEBLO.
Como ya he dicho en este mismo lugar, hasta la llegada del éxodo de los povedanos a otras tierras en busca de solución a sus problemas más cruciales, iniciado en los años cincuenta, fenómeno que elevó esta necesidad a la categoría de éxodo en masa, y el acontecimiento que suscitó la iniciativa en los ediles a la sazón, allá por los años setenta, de aliviar un tanto los sentimientos de desarraigo y de ruptura de estos emigrantes con sus orígenes mediante la feliz iniciativa de propiciar unas Fiestas de Verano que contribuyeran a evitar la ruptura total de dichos emigrantes con sus orígenes, y al propio tiempo, que parte de su esfuerzo en aportación económica se reinvertera en alivio de los familiares más allegados, a los cuales, por su edad, no les estaba permitida la emigración.
Felizmente podemos comprobar hoy el resultado positivo de este fenómenos de la emigración en el aspecto que en estos momentos presenta el pueblo, con independencia del realizado por otras aportaciones, particularmente el de los servicio públicos, y el que tenía antes del referido éxodo migratorio. Por supuesto, no sólo ha sido el fenómeno de la emigración, sino también el de otros acontecimientos como el de la propia elevación general del nivel de vida que a su vez propicia el de la evolución tecnológica y sus consecuencias. Refiriéndonos a las más elementales, ahi está el agua potable a domicilio, una buena red de alcantarillado y asfaltado de calles con recogida pública de basuras, la distribución de energía electrica con los más modernos elementos, las comunicaciones por carretera con servicio público diario de viajeros con la capital, etc. etc.. En suma, prácticamente irreconocible. Si volviéramos la vista a aquelos fatídicos años cincuenta, exclamaríamos: ¡éste no es mi pueblo!.
Recordaremos con afecto a todos los que han contribuido a este buen fin.
Como ya he dicho en este mismo lugar, hasta la llegada del éxodo de los povedanos a otras tierras en busca de solución a sus problemas más cruciales, iniciado en los años cincuenta, fenómeno que elevó esta necesidad a la categoría de éxodo en masa, y el acontecimiento que suscitó la iniciativa en los ediles a la sazón, allá por los años setenta, de aliviar un tanto los sentimientos de desarraigo y de ruptura de estos emigrantes con sus orígenes mediante la feliz iniciativa de propiciar unas Fiestas de Verano que contribuyeran a evitar la ruptura total de dichos emigrantes con sus orígenes, y al propio tiempo, que parte de su esfuerzo en aportación económica se reinvertera en alivio de los familiares más allegados, a los cuales, por su edad, no les estaba permitida la emigración.
Felizmente podemos comprobar hoy el resultado positivo de este fenómenos de la emigración en el aspecto que en estos momentos presenta el pueblo, con independencia del realizado por otras aportaciones, particularmente el de los servicio públicos, y el que tenía antes del referido éxodo migratorio. Por supuesto, no sólo ha sido el fenómeno de la emigración, sino también el de otros acontecimientos como el de la propia elevación general del nivel de vida que a su vez propicia el de la evolución tecnológica y sus consecuencias. Refiriéndonos a las más elementales, ahi está el agua potable a domicilio, una buena red de alcantarillado y asfaltado de calles con recogida pública de basuras, la distribución de energía electrica con los más modernos elementos, las comunicaciones por carretera con servicio público diario de viajeros con la capital, etc. etc.. En suma, prácticamente irreconocible. Si volviéramos la vista a aquelos fatídicos años cincuenta, exclamaríamos: ¡éste no es mi pueblo!.
Recordaremos con afecto a todos los que han contribuido a este buen fin.